Hum...
Hola a todos! Cómo ha ido el fin de
semana? Espero que bien, y que hayáis hecho en él aquello que
realmente deseabais hacer. Muchas veces, los demás esperan o nos
piden que hagamos cosas que, en realidad, no nos apetece hacer. Pero
nos cuesta decir que “no” porque pensamos que vamos a fallar a la
otra persona. ¿Y si fuera al revés? Si fuésemos nosotros los que
le pidiésemos el mismo favor a esa persona y ella nos dijese que
“no”, nos fallaría? O simplemente no ocurriría nada? Y si nos
falla, es porque no satisface un interés nuestro? Anteponemos
entonces nuestros intereses o necesidades, o nuestros caprichos a la
posibilidad de que la otra persona realmente no pueda o no le
apetezca hacernos el favor? Habría que pensarlo...
Bien, muchas veces os he hablado de los
“lumingos”; aquellos días en que, siendo lunes, es mi día de
descanso de la semana. Hoy, en cambio, era “domunes”; primer día
de trabajo de la semana. Así que me he levantado a la hora de
siempre para hacer la sesión de fuerza que estaba marcada en el plan
de trabajo. La he hecho antes de la hora normal del desayuno, con la
música un poco más baja para no molestar a los que todavía
dormían. Y ha ido tan bien como siempre. Una hora y cuarto de
ejercicio, centrado en el movimiento correcto, buscando la tensión
correcta... es un ejercicio que da cierta pereza al empezar, porque
lo ves eterno. Pero al terminar, te das cuenta que lo has disfrutado.
Después, tal y como os decía, he bajado a desayunar y, de allí, a
la sala al entrenamiento en pista con las bolas otra hora y media
más. Ha sido interesante; pues quería ver cómo se comportaba el
cuerpo en un deporte tan preciso después de haberlo sometido a una
sesión de fuerza. Y la verdad es que ha ido muy bien. Quizás sean
los días, pues llevo muchos a la espalda en los que me encuentro
realmente a gusto con lo que estoy haciendo, o quizás sea otra cosa.
Pero el caso es que llevamos unos días en que los entrenes están
saliendo bastante bien.
Y poco más. Al haber hecho sesión
doble esta mañana, tenía la tarde libre; que la he dedicado a hacer
el cambio de armario. Así que no tengo mucho más que contar. Desde
aquí, animar a los empleados del complejo deportivo La Petxina que
me leen. Es una pena que hayan cerrado por la crisis el centro médico
que había allí y que atendía a residentes, gente de la calle y,
sobretodo, deportistas. Esta circunstancia, unida a la huída de
muchos de los deportistas que allí residían por la mala calidad de
su comida y gestión de la residencia, hace que, según he leído en
el periódico, no se augure un buen futuro para todo el complejo.
Lo dicho. Voy a ver si me abrigo un
poco y salgo a dar un paseo hasta la hora de la cena. Mañana os
cuento más cosas.
Besos a todos!
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