Hum...
Hola a todos! Me alegro de veros; cómo
ha ido el día? Espero que bien. El mío, ha sido muy tranquilo. De
hecho, no os iba a escribir, pues no hay mucho que contar. Pero
intuía que no hacerlo os iba a preocupar a algunos, y que otros,
simplemente, seguís agradeciendo, casi dos años después, que siga
contándoos cómo van las cosas por aquí.
Bien, hoy era mi día libre. Aun así,
he aprovechado para bajar y ver al fisio. Volvió ayer de vacaciones
y mi piernas lo esperaban como agua de mayo. Así que hemos estado un
buen rato trabajando, estirando toda la zona del psoas, caderas...
que andaba algo agarrotado. Después, he salido a comprar agua y
mirar unas cosas.
Y poco más. La tarde la he tenido
libre. Y con ella, ha llegado la anécdota del día. En días como
hoy, en que me siento tranquilo, suelo escaparme a San Marcos. Creo
que ya os he hablado alguna vez de esa iglesia. Colinda con el
parador nacional y, en mi opinión, sigue sin tener nada que envidiar
a la catedral de León. Uno de sus mayores encantos residente en que,
así como la catedral padece “el síndrome del topo” y sus
cimientos van cediendo y se va hundiendo, de forma que obliga a
continuas restauraciones (he leído que los expertos auguran que un
día se vendrá abajo), la iglesia de San Marcos apenas ha recibido
arreglos desde sus orígenes; por lo que tiene un encanto especial
que no he visto en otras iglesias. Total, que ahí me he ido, a pasar
un rato en silencio, a dejar la mente libre... he entrado, me he
quedado junto a un banquito, con los ojos cerrados, inspirando,
expirando y contando 1. Inspirando, expirando y contando 2... y ahí
estaba yo, tras unos minutos así, con la mente totalmente ausente y
detenida, sin pensar, sin sentir nada más que la quietud de quien
tiene su mente en blanco. Sin pensamientos, sin obligaciones, sin
tiempo... cuando, de repente, una mano ha hecho un pequeño “tap,
tap, tap” en mi hombro. Yo, pensaba que era mi momento, que nadie
me conocía en esta ciudad y que podía seguir con los ojos cerrados.
Pero la mano seguía insistente con su “tap, tap, tap”. Así que
he abierto los ojos, he girado la vista, y he visto a una monja que
me miraba y que, por la edad que tenía, debió ser profesora de
lengua de Nelson Mandela en una escuela de Chirltown, Sudáfrica. Y
la mujer, sonriente, me pregunta:
-Has venido a rezar? (toda sonriente
ella...)
-(no señora, estoy jugando al tenis,
no lo ve?) sí, a veces va bien.
-Ah, muy bien, pues sigue, sigue.
-(O_o')
Mañana iré a la cama de esta mujer a
las 5 a.m. a preguntarle si está dormida y que puede seguir
durmiendo. En fin... que ahí me he quedado un rato más hasta que he
sentido que me apetecía volver al centro.
Y poco más. Hoy he visto en las
noticias que la expedición olímpica ya está en Londres. He visto
cómo iban vestidos, las maletas, los nervios, los gritos, las
emociones... y quieras que no, uno comienza a empaparse de todo eso.
Tengo ganas de ver la ceremonia de inauguración del viernes, y
sentir que dentro de un mes, nosotros estaremos ahí, viviendo ese
sueño.
Ayssss!!
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