miércoles, 13 de junio de 2012

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Hum...

Hola a todos! Cómo va todo? Hace dos semanas que no escribía, y ya os echaba de menos. Sobretodo, porque a pesar del poco tiempo que he tenido para entrar a ver el correo, he echado en falta que alguien me escribiese. En estas dos semanas, apenas he recibido dos correos exceptuando los de propaganda y actividades de un par de centros budistas de Valencia. Y ya no lo digo por mí; sino por el hecho de que vamos descuidando poco a poco las relaciones con los demás, y muchas veces caemos en el tópico de “no le llamo porque él no me llama”. Y, seguramente, es posible que la otra persona se encuentre con el mismo pensamiento. Y como dicen en mi pueblo, unos por otros, la casa por barrer. Desde aquí, os animo a que venzáis el “ya le llamaré” y el “hoy no me apetece”, y llaméis o escribáis a esa persona que sea importante para vosotros.

Recuerdo que un buen amigo me cuenta muchas veces que tuvo que marcharse a estudiar a otro país, cuando el único medio de comunicación se reducía a un sobre y un sello; y que las respuestas tardaban eternidades en llegar. Ahora, en cambio, tenemos internet, tenemos telefonía móvil, tenemos Skipe, tenemos Washapp, tenemos Facebook... y aun así nos cuesta dar un paso simbólico para decirle a otra persona que, simplemente, nos hemos acordado de ella. ¡Ánimo!

En cuanto a mí, os puedo contar que me encuentro en un momento de sencillez y felicidad personal. He estado dos fines de semana fuera, compitiendo contra la mayoría de deportistas que encontraré en Londres. Han sido dos competiciones muy interesantes. En primer lugar, porque llevábamos tres meses entrenando sin competir, y no sabíamos a ciencia cierta en que momento deportivo me encontraba. Por otro lado, la competición no se reduce a lanzar bolas; la concentración, el fondo físico y la capacidad de soportar la tensión de una eliminatoria, forman parte de cada torneo. Y hasta que uno no se encuentra en situación de vivir esas variables, no sabes cómo vas a responder a ellas. Y bueno, los resultados, oro en Barcelona y plata en Portugal, no es lo más relevante o, mejor dicho, lo más significativo de las dos competiciones. Para mí, el haber sabido dónde estoy, dónde están los demás, y poder haber puesto nombre a las cosas que quedan por trabajar, ha sido el mejor resultado de estos días. Han sido días duros, durmiendo en lugares diferentes, despertándome a veces, mirando al techo preguntándome en qué ciudad me encontraba. Han sido días de mal comer, de dormir buscando con urgencia un descanso para el día siguiente con la intención de seguir estando a tope; días en los que había que estar centrado, peleando y disfrutando a la vez, confiando en uno mismo ante las dificultades, y sabiendo que, en los momentos en que, sinceramente sentía miedo, el rival estaba más asustado que yo.

De todas las anécdotas, me gustaría compartir con vosotros una de ellas; pues creo que es extrapolable al día a día de cada uno de nosotros. Hubo un partido en Portugal, en cuartos de final, contra un deportista húngaro, en el que, tras hacer un buen saque a algo más de 9 metros, él, con su primera bola, superó mi saque y consiguió puntuar. Tener que superar esa bola, me supuso un mundo. Suspiré, y sentí que quería irme a casa. Estaba cansado de pelear una bola tras otra. No tenía ganas de nada ante el hecho de que había hecho un buen saque esforzándome en ello y mi rival lo había superado a la primera de cambio. Vino a verme la voz de la pereza, la misma que a veces me invita en mi habitación a no pedalear, a quedarme durmiendo. La que te tienta para que abandones el esfuerzo. Pero no fue así. Seguí compitiendo con el objetivo de hacer el mejor juego posible y terminé ganado el partido. Después, ya en la habitación, hablando con el seleccionador, comentábamos las veces que os he contado en el blog que, al despertar, he vencido a la tentación de haberme quedado en la cama sin hacer el pedalier o el aeróbic un domingo, donde nadie se habría dado cuenta, y he mantenido siempre una actitud de lucha y de constancia. Mantener esa disciplina desde hace ya 20 meses, día tras día, es la que hizo que, en el momento en que hacía falta seguir adelante, pudiese hacerlo. Pienso que es importante esforzarse en el día cotidiano con las cosas que hacemos de forma cotidiana. De esa forma, cuando la vida nos pida un pequeño plus, estaremos preparados para esforzarnos. En cambio, si nos vamos acomodando, y si nos dejamos llevar por la comodidad y la pereza, el día que tengamos que apretarnos el cinturón y hacer un esfuerzo personal, no seremos capaces de hacerlo. Para mí, ganar aquel partido, significó mucho más que el hecho de pasar a las semifinales. Y pienso que todos podemos tener ese tipo de logros si nos lo proponemos.

Y poco más. Mañana me marcho con los chicos del CRE al campeonato de España de boccia en El Ferrol. El Maestro, el residente jovencillo... un total de ocho residentes y yo estaremos compitiendo hasta el domingo. Así que ya os contaré el lunes cómo ha ido todo.

Por cierto que, pude negociar con la imprenta una rebaja en el coste del libro “SIN EQUIPAJE” al aumentar el número de ejemplares impresos, y el coste ha bajado hasta los 10 euros. ¡Genial! He vendido un montón; y creo que, cuando se terminen, no haré más, pues suponen un tiempo enorme promocionarlos, ensobrarlos y enviarlos por correo. Aunque es cierto que la promoción es lo de menos; pues la mayoría que lo ha leído, les ha gustado tanto, que están comprando un segundo o tercer ejemplar para regalar. Así que, podemos decir que están empezando a venderse por sí mismo.

Besos a todos!!

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