Hum...
Hola a todos! Cómo va todo? Hace dos
semanas que no escribía, y ya os echaba de menos. Sobretodo, porque
a pesar del poco tiempo que he tenido para entrar a ver el correo, he
echado en falta que alguien me escribiese. En estas dos semanas,
apenas he recibido dos correos exceptuando los de propaganda y
actividades de un par de centros budistas de Valencia. Y ya no lo
digo por mí; sino por el hecho de que vamos descuidando poco a poco
las relaciones con los demás, y muchas veces caemos en el tópico de
“no le llamo porque él no me llama”. Y, seguramente, es posible
que la otra persona se encuentre con el mismo pensamiento. Y como
dicen en mi pueblo, unos por otros, la casa por barrer. Desde aquí,
os animo a que venzáis el “ya le llamaré” y el “hoy no me
apetece”, y llaméis o escribáis a esa persona que sea importante
para vosotros.
Recuerdo que un buen amigo me cuenta
muchas veces que tuvo que marcharse a estudiar a otro país, cuando
el único medio de comunicación se reducía a un sobre y un sello; y
que las respuestas tardaban eternidades en llegar. Ahora, en cambio,
tenemos internet, tenemos telefonía móvil, tenemos Skipe, tenemos
Washapp, tenemos Facebook... y aun así nos cuesta dar un paso
simbólico para decirle a otra persona que, simplemente, nos hemos
acordado de ella. ¡Ánimo!
En cuanto a mí, os puedo contar que me
encuentro en un momento de sencillez y felicidad personal. He estado
dos fines de semana fuera, compitiendo contra la mayoría de
deportistas que encontraré en Londres. Han sido dos competiciones
muy interesantes. En primer lugar, porque llevábamos tres meses
entrenando sin competir, y no sabíamos a ciencia cierta en que
momento deportivo me encontraba. Por otro lado, la competición no se
reduce a lanzar bolas; la concentración, el fondo físico y la
capacidad de soportar la tensión de una eliminatoria, forman parte
de cada torneo. Y hasta que uno no se encuentra en situación de
vivir esas variables, no sabes cómo vas a responder a ellas. Y
bueno, los resultados, oro en Barcelona y plata en Portugal, no es lo
más relevante o, mejor dicho, lo más significativo de las dos
competiciones. Para mí, el haber sabido dónde estoy, dónde están
los demás, y poder haber puesto nombre a las cosas que quedan por
trabajar, ha sido el mejor resultado de estos días. Han sido días
duros, durmiendo en lugares diferentes, despertándome a veces,
mirando al techo preguntándome en qué ciudad me encontraba. Han
sido días de mal comer, de dormir buscando con urgencia un descanso
para el día siguiente con la intención de seguir estando a tope;
días en los que había que estar centrado, peleando y disfrutando a
la vez, confiando en uno mismo ante las dificultades, y sabiendo que,
en los momentos en que, sinceramente sentía miedo, el rival estaba
más asustado que yo.
De todas las anécdotas, me gustaría
compartir con vosotros una de ellas; pues creo que es extrapolable al
día a día de cada uno de nosotros. Hubo un partido en Portugal, en
cuartos de final, contra un deportista húngaro, en el que, tras
hacer un buen saque a algo más de 9 metros, él, con su primera
bola, superó mi saque y consiguió puntuar. Tener que superar esa
bola, me supuso un mundo. Suspiré, y sentí que quería irme a casa.
Estaba cansado de pelear una bola tras otra. No tenía ganas de nada
ante el hecho de que había hecho un buen saque esforzándome en ello
y mi rival lo había superado a la primera de cambio. Vino a verme la
voz de la pereza, la misma que a veces me invita en mi habitación a
no pedalear, a quedarme durmiendo. La que te tienta para que
abandones el esfuerzo. Pero no fue así. Seguí compitiendo con el
objetivo de hacer el mejor juego posible y terminé ganado el
partido. Después, ya en la habitación, hablando con el
seleccionador, comentábamos las veces que os he contado en el blog
que, al despertar, he vencido a la tentación de haberme quedado en
la cama sin hacer el pedalier o el aeróbic un domingo, donde nadie
se habría dado cuenta, y he mantenido siempre una actitud de lucha y
de constancia. Mantener esa disciplina desde hace ya 20 meses, día
tras día, es la que hizo que, en el momento en que hacía falta
seguir adelante, pudiese hacerlo. Pienso que es importante esforzarse
en el día cotidiano con las cosas que hacemos de forma cotidiana. De
esa forma, cuando la vida nos pida un pequeño plus, estaremos
preparados para esforzarnos. En cambio, si nos vamos acomodando, y si
nos dejamos llevar por la comodidad y la pereza, el día que tengamos
que apretarnos el cinturón y hacer un esfuerzo personal, no seremos
capaces de hacerlo. Para mí, ganar aquel partido, significó mucho
más que el hecho de pasar a las semifinales. Y pienso que todos
podemos tener ese tipo de logros si nos lo proponemos.
Y poco más. Mañana me marcho con los
chicos del CRE al campeonato de España de boccia en El Ferrol. El
Maestro, el residente jovencillo... un total de ocho residentes y yo
estaremos compitiendo hasta el domingo. Así que ya os contaré el
lunes cómo ha ido todo.
Por cierto que, pude negociar con la
imprenta una rebaja en el coste del libro “SIN EQUIPAJE” al
aumentar el número de ejemplares impresos, y el coste ha bajado
hasta los 10 euros. ¡Genial! He vendido un montón; y creo que,
cuando se terminen, no haré más, pues suponen un tiempo enorme
promocionarlos, ensobrarlos y enviarlos por correo. Aunque es cierto
que la promoción es lo de menos; pues la mayoría que lo ha leído,
les ha gustado tanto, que están comprando un segundo o tercer
ejemplar para regalar. Así que, podemos decir que están empezando a
venderse por sí mismo.
Besos a todos!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario