lunes, 5 de marzo de 2012

...177...

Hum...

Hola a todos! Cómo ha ido el día? Y el fin de semana? Espero que bien, y que hayáis podido descansar para comenzar una nueva semana con energías suficientes.

Yo, tuve sesión de pedaleo el sábado por la mañana, y luego salí a comer fuera, por la cosa de despejarme un poco y airearme. El sábado llovió. Y me habría importunado la salida; pero la verdad es que me apetecía ver llover y oler la tierra mojada. Es algo que me encanta. Al volver de comer en Oviedo, los bosques de la autovía parecían fantasmagóricos a la luz de la lluvia y su velo gris. Me encantó el paisaje y un arco iris tremendo que salió de repente, completo, mostrando dónde empezaba y dónde terminaba.

Y ayer, teniendo el día de descanso completo, aproveché para salir al cine. Hacía muchos meses que no iba. Fui a ver “luces rojas” y me gustó mucho. El final sorprende un poco, pues no te lo esperas. Mola.

Hoy, no hay mucho que contar. Cosas varias en el centro, ajedrez con El Maestro, la sesión de aeróbic... la rutina propia de los lunes.

Pero, os cuento que hoy no os iba a escribir; pues no me apetecía hacerlo. Desde que vine al CRE en octubre del 2010, os he escrito prácticamente todos los días, exceptuando las vacaciones o los días en que estaba concentrado o compitiendo. Y en la mayoría de mis entradas, os he contado el día a día con ilusión, buscando siempre un matiz que hiciese que el día hubiese valido la pena; contándoos cosas tan triviales como la actitud de la peluquera hacia aquellos residentes que no pueden ni expresarse, pero que ella se esfuerza en que se sientan guapos igualmente, hasta los pensamientos más personales de cara a una competición; siempre de forma positiva, y que se pudiese extrapolar a nuestro día a día fuera del deporte. Creo que nunca, o casi nunca, expresé pesar o derrota en algún momento por el hecho de estar aquí. No lo he hecho por orgullo propio, por no preocupar a mi madre al leerlo, o por no satisfacer a aquellas personas que no deseaban que yo estuviese aquí. Y, principalmente, tampoco lo he hecho porque nunca hubo ese pesar. Pero no puedo negar que llevo unos días difíciles, sintiéndome tremendamente sólo. Da igual si un día tengo libre, o si no paro desde que me levanto hasta que me acuesto. Siempre hay un momento, al final del día, en que aparece la soledad. Recuerdo mi primer mes aquí. En los correos que os enviaba, os hablaba de soledad. Pero de una soledad diferente. En aquella etapa, no conocía a nadie, y no tenía con quién hablar o con quién quedar; y, por otro lado, mi familia y mis amigos me llamaban para asegurarse de que todo iba bien. Ahora, es al revés. Convivo mucho más con los residentes del centro; y apenas sé nada de mis amigos y mi familia. Y es algo que me cuesta.

Se lo contaba a El Maestro esta tarde, entre partida y partida. Y me decía que, si no hubiese tenido esta sensación antes o después, él habría pensado que yo no era humano. Todos necesitamos sentirnos queridos. Y parece que yo, no soy menos.

No os escribo como un reproche; pues entiendo que cada uno tiene un tiempo para escribir y para leer al día. Que mientras os estoy escribiendo, muchos de vosotros estáis trabajando, o buscando trabajo. O, simplemente, descansando. Pero pienso que todo esto es una etapa más que debo pasar, y que es bueno que la comparta con vosotros y así conozcáis una parte de mí que siempre permanece oculta. Creo que os ayudará a ver que las cosas, requieren un esfuerzo en la vida; y que muchas veces ese esfuerzo no se ve. Pero que, ya sea un esfuerzo físico o económico, la boral o personal, existe. Y os animo a que continuéis con vuestras metas, como yo continúo con la mía. Es la mejor forma de seguir creciendo como personas...

Un abrazo!!

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