miércoles, 7 de marzo de 2012

...175...

Hum...

Hola a todos! Cómo ha ido el día? Espero que bien; y que hayáis seguido encontrando en él un momento para estar con vosotros mismos, para escucharos, y para saber en qué parte del camino os encontráis y porqué.

Yo, voy saliendo poco a poco del letargo animoso en el que me encontraba. A lo largo de estos tres días, dos de vosotros me habéis escrito y me habéis transmitido cosas muy importantes sobre el hecho de estar aquí. Me ha venido muy bien leerlo, y os estoy agradecido. Por otro lado, ayer veía un reportaje donde hablaban de un documental japonés nominado a los Óscar. Se trata de un documental llamado “el tsunami y el cerezo en flor” donde se refleja el caos y la destrucción que produjo el tsunami del año pasado en la costa japonesa. El productor, entrevista a un hombre que tuvo frente a sí a otro, encerrado en un coche flotando y que vio cómo se ahogaba, repasa los recuerdos de una familia a través de las fotos que encuentra en el suelo, y va observando a las personas que vagan sin rumbo, desconcertadas y perdidas. Y cómo, de repente, en mitad de una explanada devastada, un cerezo comienza a florecer. El documental, es un canto al optimismo y a la esperanza; pero también un homenaje a la fortaleza de aquellos que son capaces de no derrumbarse en mitad de la catástrofe, y que, por si eso no fuera suficiente, florecen para advertir a los demás que la vida sigue, y que es hermosa. Entiendo en el documental que, por oscura que sea una realidad, la vida sigue su curso y, lo que tiene que florecer, termina por hacerlo aun en mitad de la miseria. Y bueno, no he pasado por ninguna catástrofe, pero me ha gustado encontrar ese mensaje de ánimo. Os pongo un enlace a una web que recoge un breve extracto de 2 minutos del documental.


Ayer, fue un día de esos de no parar y llegué a mi habitación tan tarde, que opté por escribiros hoy.
Por la mañana, tras reunirme con mi entrenadora, bajé a la sala de fisio. Seguimos tratando la molestia del ligamento que ayuda, en la parte baja de la espalda, al movimiento de subir y bajar cada vez que me agacho. Masaje, y luego ultrasonidos. Parece que va mejor, pero es un proceso lento. Mañana, volveremos a tratarlo. Después del fisio, subí a la habitación a hacer la sesión de pedalier. He puesto un receptor de TDT en el ordenador, lo que me permite ver la tele y grabar programas, como un vídeo convencional. Y aproveché que empezaba la película de “El sentido de la vida” de los Monty Phyton para pedalear mientras la veía. A pesar de haberla visto tantas veces, me sigue sacando grandes carcajadas. Sobretodo, la escena del quirófano y la máquina que hace “ping”.

Por la tarde, nada más comer, tuvimos entrenamiento en pista. Se trató de una serie de ejercicios de precisión y luego, de estrategia. Estuvo muy interesante; pues son ejercicios en los que puedes sacar mucho jugo, y darte cuenta de la importancia de cada lanzamiento para llevar el juego a un conjunto concreto formado por todas las bolas.

Y de allí, me fui a clase de chino. Ayer vino por primera vez el cuarto chico que estaba apuntado y que todavía no había aparecido por clase. El pobre, iba perdido. Para mí, que todo le sonaba a chino. Jajaja! Siguen siendo clases interesantes, donde damos cosas que había estudiado antes, pero que ya había olvidado. Aunque, eso sí, todos llegamos a la hora y nos marchamos pitando cuando termina la clase. Lo que hace que no exista convivencia entre los cuatro alumnos que somos.

Todo eso, ocurrió ayer.

Hoy, ha sido un día mucho más sencillo. Por la mañana, nos hemos ido El Maestro y yo a montar a caballo. Lo malo es que, por una confusión, hemos ido tarde, y apenas hemos montado 15 minutos. Pero ha sido muy interesante, porque me han puesto una silla de montar para evitar que me hiciese daño con mi coxis y la columna del caballo. Los primeros minutos, iba un poco asustado, he de reconocerlo, pues en la silla no tienes el aro fijo llamado cinchuelo delante de tu abdomen, y no tienes de dónde agarrarte. Y vas mucho más suelto. Pero una vez te mentalizas, y corriges la postura en función de eso, la silla resulta ser comodísima. Además, obliga a la fisio a ir más separado de mí, por lo que prácticamente era como si fuese solo en el caballo. ¡Genial!

Por la tarde, tras comer y descansar, he quedado con El Maestro para jugar una partidita... como si fuésemos los jubilados del bar, jajaja. La siesta me ha sentado bien, y le he dicho, al comenzar, que eligiese el color con el que deseaba perder, que le iba a ganar igual. Y empezamos a jugar y, como lo voy conociendo, fui colocando las fichas esperando a que se enrocase. Y cuando lo hizo, le di el mate. ¡Qué contento me puse! Jajajaja. Hasta di una vuelta con la silla sobre mí mismo, en plan “LILILILI” mientras él miraba el tablero con cara de (o_O). Eso sí, las dos siguientes las ganó él. Y le pusieron el mando para que diese él una vuelta también sobre sí mismo. Nos hemos reído mucho.

Y poco más. Hoy no podía ir el profesor del grupo de Zen; así que me he quedado en el centro descansando. Que tampoco viene mal de cuando en cuando.

Mañana, os cuento más cosas. Besos a todos!

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