martes, 13 de marzo de 2012

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Hum...

Hola a todos! Cómo ha ido el día? Espero que bien, y que hayáis tenido un momento para vosotros mismos, para cuidaros y para disfrutar de vosotros mismos. Yo, he vuelto a tener un día de lo más tranquilo.

Esta mañana, tras el desayuno, he estado en la sala de fisio un buen rato. Hemos seguido con el trabajo de estiramiento de las piernas y mantenimiento de las articulaciones de rodilla y cadera. Un día de estos, os pasaré alguna foto en situación, para que veáis de qué os hablo. Tras el fisio, he subido a ordenar un poco la habitación y resolver unos trámites por internet y unas reservas. Al final, no os he contado que hemos optado por devolver las bolas neozelandesas. Resultaron ser extremadamente blandas, por lo que eran algo deformes. Pero, por encima de todo eso, nos encontramos con el hecho de que eran más pequeñas de la medida mínima que exige el reglamento; por lo que no son aptas para competición. Y claro, gestiones y más gestiones para devolverlas.

Tras comer, hemos tenido entrenamiento en pista. Hoy, hemos seguido con los ejercicios de propiocepción del movimiento, lanzando con los ojos cerrados. Ha sido interesante comprobar que, aunque la dirección no era muy buena, el control de la fuerza con que lanzaba las bolas era casi siempre correcto. Poco a poco, basta pensar a qué distancia he de lanzar para que la bola ya vaya a esa distancia sin pensar mucho en ello. Mola. Aunque, a raíz de la sesión de aeróbic de ayer, sentía alguna molestia a la altura del codo y no he estado todo lo a gusto que hubiese querido. Pero bueno, son cosas del día a día.

Y poco más en lo que al día se refiere. He aprovechado la tarde para salir y airearme. Hay un ejercicio que me gustaba hacer hace tiempo, sacado del libro “Diario de un mago” de Paulo Coelho, llamado ejercicio de la paciencia. Trata, simplemente, en caminar mucho más despacio. Y bueno, he dado un paseo con la silla al “2” en vez de al “5” durante un buen rato. Vas más despacio, y observas cosas que siempre han estado ahí pero que nunca reparas en ellas... ves las caras de la gente... los niños de los parques... ha sido muy interesante. Al final, me he parado a ver a los abuelos jugando a la petanca en las pistas de tierra que hay junto al parador de San Marcos. Uno de ellos, no tan abuelo, es el padre de un residente, y está empeñado en que vaya un día y juguemos los dos contra el resto de abuelos. Jajaja! De allí, me he acercado a Zara, donde hemos hecho un pequeño experimento con un pantalón. Parece que ha quedado bien. A la noche, cuando me vaya a la cama, me lo probaré y os cuento.

Respecto a las clases de chino, os cuento que no las estaba disfrutando en absoluto. Había varios inconvenientes que al final han pesado más, y he optado por dejar las clases. Seguro que sale otra cosa pronto.

Lo dicho. Voy a ver si descanso un poco la espalda y charlo un poco con El Maestro antes de cenar.

Besos a todos!

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