miércoles, 21 de marzo de 2012

...161...

Hum...

Hola a todos! Cómo ha ido el día? Intuyo que fresco, por no decir frío... pero espero que, aun así, haya tenido momentos cálidos en vuestro interior. Suelen ser los mejores.

Bien, os cuento que hoy me he levantado con calma, sin prisas, sin agobios... a la hora de siempre, pero con la mente muy tranquila. Así da gusto. Tras desayunar y acercarme a la peluquería que hay en el centro, me he ido a los caballos. y.... ¡Uuuueee!!!! a que no sabéis quién ha montado sólo ya en su caballo? Lo adivináis, lo adivináis? Buah... es que estas cosas ya le dejan a uno con una sonrisa para toda la semana. Por cierto, que Balú estaba pastando en el prado, y por no ir a por él, he montado en un caballo nuevo llamado “As”. Blanco, reluciente... una pasada. Daba un poco de respeto, porque, mientras la fisio me decía que era muy dócil, yo lo veía comiéndose la goma que envuelve la cadena, y la cadena en sí, que lo tenía sujeto a la pared, que parecía que iba a derribarla. Y yo le decía un “segurooo?” con cara de (o_O') pero vaya, muy bien. Se ha montado la fisio conmigo, como siempre, pero a los pocos minutos se ha separado un poco de mí, arriba del caballo, y luego ha terminado por bajarse. Siempre le digo que es como si yo fuese Dumbo, y ella la hoja que éste sujetaba en la trompa para poder volar. Y que sin ella, no volaba. Y bueno, hoy tocaba comprobar la moraleja del cuento y empezar a cabalgar sin nadie detrás de mí. Entre risas, me decía que, con la cara que puse el primer día, pensaron que no volvía más por allí; y ahora, había que verme, sin querer bajarme del caballo y exclamando un pequeño “jou...” cuando se termina el recorrido. Genial...

He vuelto al centro justo para subir, dejar la chaqueta y bajar a comer. Siempre corriendo... cachis... y tras comer y descansar media horita, me he ido al grupo de meditación. Si la semana pasada fue intensa, esta no lo ha sido menos. Con su “bienvenidos al aquí y al ahora” con que nos saluda y comienza la sesión el profesor, hemos hecho una meditación de 50 minutos, observando cómo estamos por dentro, al tiempo que manteníamos una conciencia de que estábamos haciendo aquello porque era nuestro momento personal; que era un espacio en el día que nos merecíamos, como cualquier otra cosa que hacemos para nosotros mismos a lo largo del día. Hemos de recordar, y tener presente, que somos especiales y valiosos. Me ha gustado, porque nos ha dado un mensaje de que, detenerse en el no-hacer, tan propio del Zen, no significa perder el tiempo, sino hacerse consciente de las cosas. Tras la meditación, hemos hecho una mucho más breve para observar a nuestro niño interior. Esa, ha sido muy emotiva!

Como reflexión, nos ha leído un texto que decía que, las cosas que se consiguen a través de la fuerza, no perduran. Y que hay que mantener lo más posible una actitud de entendimiento y de no-lucha.

Y poco más. Como siempre, el blog de los miércoles es un poco más breve. Pero eso no quita que esté siendo, seguramente, el día más intenso de todos.

Espero que estéis bien y que paséis una buena noche.
Besos a todos!

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