miércoles, 28 de marzo de 2012

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Hum...

Cuando montas a caballo, como en muchos otros aspectos de la vida, comienzas haciéndolo acompañado de otra persona. Alguien que te cuida, que te protege y que te orienta. Alguien en quien confías por la experiencia que tiene y que, de alguna forma, lleva las riendas por ti. Hasta que, un día, esa persona te pregunta si puede bajarse del caballo y continuar tú solo el resto del camino. Entonces, en ese instante, te das cuenta que tienes dos opciones: puedes decirle que no; que se quede contigo, de forma que puedas sentirte refugiado en su presencia, con la comodidad de saber que todo irá bien ya que, a fin de cuentas, no eres tú el que lleva las riendas. O puedes, en cambio, crecer, decirle que sí, que se baje, y reconocer que tienes miedo pero que has decidido tomar las riendas y seguir caminando a pesar de que puedes caerte. Quizás pases nervios, quizás tengas dudas de si fue la decisión correcta; pero si superas el miedo, al final del recorrido, sabrás que, el tramo que has hecho ese día, tiene un valor especial. Un valor que sólo tiene aquello que hacemos cuando somos capaces de enfrentarnos a las cosas y luchar por ellas.

Hola a todos! Cómo ha ido el día? Espero que bien, y que hayáis tenido en él un momento para vuestras ilusiones, y para salpicar el día con breves sueños que alcanzar en el futuro. Mi día, al igual que el de ayer, ha sido un no parar; un ir y venir de hacer cosas que hacen que me acueste algo cansado pero con una sonrisa en la cara.

Esta mañana he ido a caballos. Normalmente, cuando llego, cepillo a Balú y enseguida salgo con él a pasear; pero hoy ha sido al revés, y me ha tocado montar el último. Así que, mientras el resto montaba, me he ido al prado a verlo, donde estaba junto a cinco caballos más. Desde el otro lado de la valla, lo observaba pastar. Los otros cinco se han acercado a mi llamada hasta donde estaba yo, pero él ha seguido pastando tranquilamente... será gordooo.... (o_¬) al final, ha venido la fisio hasta donde estaba yo y lo hemos llevado desde el prado hasta el lugar donde está la grúa y monto. Hemos dado el paseo al revés, pues había otros caballos por la zona, y entre eso, y que era última hora, Balú estaba un poco alterado. A mitad del recorrido, la fisio se ha bajado del caballo y he hecho el resto del camino con ella bajo, a mi lado. Me he cansado un poco, pues vas tirando de las riendas, sobretodo en los giros, y como quieras que no, él opone algo de resistencia, tienes que tirar con fuerza. Pero guai, he terminado jadeante pero contento. La chica que trabaja con los chavales, la psicóloga, sigue siendo en su labor admirable, como os decía días atrás, el agua que golpea y moldea sin cesar el muro y la roca que representan discapacidades como el autismo. No se inmuta, no pierde la ternura ni la sonrisa, que es hermosa, pero al mismo tiempo permanece firme ante las respuestas de los niños. Una pasada...

De los caballos, hemos vuelto, como aquel que dice, a mesa puesta. Y, tras descansar un poco, me he ido al grupo de meditación. El profesor no ha aparecido. Hemos llegado y hemos ido entrando. Nos hemos relajado, oliendo el incienso y escuchando la música. Hemos cerrado los ojos y hemos aprovechado para hacer cada uno un repaso de nuestro estado interior. Es bueno detenerse para escucharnos, para darnos cuenta de esas cosas que hemos hecho a lo largo del día de forma inconsciente, para que así, se conviertan en cosas que no hemos hecho, sino vivido. Y, al no llegar el profesor, nos hemos ido un poco antes.

He regresado al centro justo para la sesión de aeróbic. Hacía más de una semana que no hacía aeróbic con el grupo y me ha sorprendido ver la cantidad de gente que había. Ni siquiera los he contado, pero éramos un montón. Ha estado muy bien. Nos hemos reído, pues la chica que llevaba la clase, entre las canciones, ha puesto alguna de Manolo Escobar; y ahí estábamos todos haciendo ejercicio al ritmo de sus canciones.

Y poco más. El día llega a su fin y comienza el momento de este en que me lo dedico a mí, a mis cosas, a mi descanso... porque me lo merezco y porque me lo he ganado.

Mañana, os cuento más cosas.
Besos a todos!

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