domingo, 11 de diciembre de 2011

...262...

Hum...

Hola a todos! Cómo ha ido el día? Espero que bien, y que poco a poco hayáis ido encontrando el sol en vuestro día. Hoy, he tenido un día ajetreado; y es que, a pesar de ser domingo, he seguido con mi plan de trabajo, con mi rutina... y hoy, para mí, es un día más en esta suma de experiencias.

Bien, os cuento que esta mañana, tras el desayuno, he tenido sesión de aeróbic. Así, para empezar el día con fuerza y alegría. La gente, en el desayuno, me preguntaba que a dónde iba si es domingo. Y siempre les digo lo mismo: “hay que trabajar”. Tras la sesión de aeróbic, y ya que estamos en Diciembre, me he abrigado y me he ido a pasear y ver tiendas. No tenía nada que comprar, pero pasear hasta el corte inglés significa cruzarse literalmente toda la ciudad. Y la verdad es que, a pesar del frío, me apetecía que me diese el aire en la cara. Le he perdido el respeto y el miedo a las temperaturas de este lugar, y pasear a 5 grados, es todo un gusto si uno sabe disfrutar de cosas así.

Pero, quizás estaba yo influenciado por el espíritu consumista de una ciudad como Valencia, cuál ha sido mi sorpresa cuando, conforme iba callejeando, me he ido dando cuenta de que aquí, los Domingos, siguen siendo sagrados. Y como tal, nadie trabaja por más víspera navideña que sea. Así que he cambiado el plan de ver tiendas por el de ver lugares antiguos de la ciudad todavía desconocidos para mí. Entre ellos, la colegiata de San Isidoro. Aunque, como todo iglesia antigua, tenía escalones en la entrada y no la he podido ver por dentro. Una pena, porque pinta muy bien. Y de ahí, me he vuelto a comer al centro reparando en la cantidad de abrigos de pieles que he visto, en señoras enjoyadas, por el camino.

Tras comer, me esperaba “pedi” para la sesión de pedaleo de la tarde. Ufff... la verdad es que hay días en que a uno le da más pereza seguir adelante con las ganas de siempre. Es como si un fantasmilla se colase en la habitación y se riese o me tentase de abandonar al ver que los demás están haciendo la siesta. Pero bueeno, me he puesto una peli de los 80, llamada “campeón de campeones”, de un torneo de taekondo entre USA y Korea, con un final inesperado... y he hecho mis kilómetros de hoy.

Por cierto que, hablando de fantasmas, os cuento que han venido esta semana, en momentos diferentes, dos auxiliares a mi habitación a ver qué quería; pues se les enciende la luz de la centralita de que alguien llama desde la habitación 265. Y como soy el único que habita en este ala del edificio, siempre piensan que les llamo yo. El problema no es que yo no pulse el botón, pues mi habitación es la 261; sino que en la habitación 265 no hay nadie y está cerrada con llave... (o_O')

Del pedalier, me he ido al pabellón, donde estaban algunos residentes en una toma de tiempos oficial de un deporte llamado Slalom. Se trata de un circuito de habilidad donde los deportistas tienen que hacer un recorrido en el menor tiempo posible sin pisar ninguna línea ni tirar los obstáculos o pivotes que delimitan cada obstáculo a realizar: cuadrados, zig, zag, círculos... me ha gustado, porque hay muchos más deportistas que el año pasado, y porque algunos de ellos, que lo hacían por primera vez, han demostrado muy buenas maneras en el manejo de la silla. Éste, el Slalom, es uno de esos deportes encubiertos en que los beneficios que se obtienen son aplicables a la vida diaria.

Y poco más. Hoy cenaré y me iré pronto a la cama, pues me noto cansado del día. Cansado, pero contento. He cumplido con mis obligaciones un día más. Y eso, sinceramente, hace que luego pasee con una leve sonrisa en la cara...

Besos a todos!

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