miércoles, 9 de noviembre de 2011

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Hum...

Hola a todos! Cómo ha ido el día? El mío ha sido más bien aburrido. Pero bueno, de todo tiene que haber... por cierto, dónde estaba la gente que circula en facebook cuando en clase explicaron el uso de “haber” y “a ver” y la diferencia entre “hay”, “ahí” y “ay”. Porque vamos... si en vez de ver el currículum, sus jefes ojearan lo que la gente escribe, esto sería un poema.

En fin, tras tan irrelevante comienzo, os cuento que hoy he tenido el día libre.

Por un lado, seguimos con el guión de trabajar una serie de días seguidos y descansar otro. De hecho, estas dos variables de las que tanto os he hablado a lo largo del año, la de descansar entre semana y mantener el chip competitivo fuese martes o domingo; y la de entrenar después de comer, se dieron en el Cto de Europa; ya que competimos sábado, domingo y lunes, y hubo partidos justo antes y después de comer.

Y por otro lado, continúo con la molestia en el cuello. Así que hoy ha sido día de calor localizado, ultrasonidos y masaje. El fisio me decía que, a su juicio, y al ver mi cuello como una piedra (él ha utilizado el diagnóstico técnico de “como una p... piedra”), parte de esa rigidez es de la tensión y el estrés que sale después de toda competición. Pero que en unos días desaparece. La verdad es que me siento mucho mejor. Aunque es cierto que no soy buen paciente y no sé estarme quieto.

Así que, la única actividad de la que os puedo hablar hoy, es de las dos partidas de ajedrez que he jugado con El Maestro. Que hay que decir que me ha dado un repaso como ha querido. Aunque, eso sí, la segunda partida ha estado mucho más reñida. A veces me pregunto qué me aporta el ajedrez para que disfrute perdiendo, jajaja!

Y poco más. No ha dejado de llover en todo el día. A veces más, a veces menos, pero casi de forma incesante. Así que casi nadie ha salido del centro. Esto hace que la gente se aburra, y riñan unos con otros. Hoy, en la comida, mis dos compañeros de mesa, que tienen la misma edad, 56, discutían porque uno de ellos llevaba puesto el chubasquero del otro. Al parecer, una auxiliar se había equivocado en el reparto de la ropa de la lavandería y había guardado por error el chubasquero de uno de ellos en el armario del otro. Y, para el segundo, todo lo que entra en su armario, es suyo, sin importarle el nombre que pone en la etiqueta. Razonamiento sencillo: está en mi armario, es mío. Jajaja!

En fin... besos a todos. Mañana os cuento más cosas.

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