martes, 31 de mayo de 2011

Día 228

Hum...

Hace un par de días, cuando regresé de mi viaje a Oviedo, hablaba con los residentes de mi pequeño gran amor, de cómo nos va... uno de los residentes, me decía que eso son pamplinas; que él nunca ha estado enamorado, pues cree que el amor, como tal, no existe. En eso, otro residente, salió al paso y le dijo que era una pena que pensase así. Y comenzó a hablar como si hiciese tiempo que no lo había hecho y necesitase hacerlo.

Nos contó que tiene una princesa en otro castillo, lejos de aquí (me encantó porque todo lo que nos narraba lo hacía con gestos, como escenificando sus sentimientos. Me recordó mucho al libro del Cuaderno de Noa.). Ella, vive en una residencia en Valladolid o Burgos, no me quedó muy claro. -”un día -nos decía- mi princesa será Reina...”- me gustó que nos hablase de ella, de cómo, a pesar de la distancia, consigue despertarse cada mañana pensando en ella, sin importarle cuánto tiempo pasa hasta que vuelve a verla. El residente, al que llamaré Carmelo, me miraba con afecto, como si compartiésemos un tesoro que los demás no estaban apreciando. Entendí su sentimiento de sentirse afortunado. Y me dejó sin palabras al contarme, con sencillez, que la mujer que ama es, simplemente, todo aquello que él puede desear. Y que, cuando está con ella, se siente feliz porque no tiene necesidad de nada más. -”ella me completa”- me decía. Me recordó el principio budista de que, quien nada desea, todo lo posee. Le pregunté cómo hacía para sobrellevar la relación a distancia. Cómo hacía para mantener la ilusión día tras día sin verla. Y bueno, me dijo que para él, la distancia como tal no existe. De alguna forma, -me decía- seguimos estando conectados. Uno siente cómo está el otro y viceversa. Según me contaba, había cambiado la sensación de lejanía y la tristeza de no verse por la motivación y la ilusión de quien espera a alguien que regresa de un largo viaje. Apenas unas llamadas, un mail, le bastan para saber que es querido, y que ella lo es también. -”no me importa si ella no puede llamarme -me decía- me basta cerrar los ojos y sé que ella está ahí”-. Buah... fue una conversación tremenda. Reconozco que me gustó por el valor que tuvo de contarnos todo aquello sin importarle las caras o los comentarios de las personas que había delante. Esa era su verdad, y para él, eso era lo importante. Hemos creado un gran vínculo entre los dos; así que ya os iré contando más cosas acerca de cómo le va con... (vaya, ahora caigo en que no sé su nombre) y cómo lo hace para mantener esa llama que veo en sus ojos. Pero, os adelanto que me he dado cuenta de un detalle. Y es que la mayoría de profesionales del centro, le tratan con cariño. Y es porque él los trata con cierto cariño también. Empiezo a asociar que, si uno está lleno de amor, trata a los demás de esa forma, indiferentemente de si se trata de su pareja o del lechero. Tomo nota de esa actitud...

Bien, hola a todos! Tras este emotivo comienzo, os cuento cómo ha ido el martes. Como cosa poco usual, os cuento que esta mañana estábamos a 8 grados. Un gustazo volver a sentir frío y ver que una camiseta no basta a mediodía para salir a la calle.

Esta mañana, he tenido sesión doble de fisio. Primero, una hora de piernas, caderas, rodillas, tobillos... y luego otra tanta de antebrazos, muñecas... así que hoy, ando de un suelto que da gusto. Tras las dos sesiones, me he ido al súper de compras. Cuando era pequeño, mi madre me daba para merendar muchas veces magdalenas de “la bella easo”. Recuerdo que me comía un par viendo barrio sésamo. Y bueno, el caso es que ayer me dio el antojo de recuperar ese sabor en la memoria. Y me he ido expresamente, cual embarazada, a satisfacer mi antojo. Compré nueces, queso fresco, agua... y un paquete de magdalenas. Ahora, mientras os escribo, me estoy comiendo una y noto un cosquilleo en las mandíbulas. Me encanta!

Por la tarde, hemos tenido entrene en el pabellón. Poco a poco se van acercando las citas de las competiciones. De hecho, la primera, ya está a menos de un mes vista. Seguimos trabajando con ambas manos haciendo ejercicios de precisión. Creo que, si cuando vaya a un torneo, guardo la calma que tengo ahora, las cosas van a salir muy bien.

Y poco más. Hoy ha sido un día sencillo, sin grandes novedades. Pero creo que eso, es algo que siempre se agradece. Ahora, tras dejaros, bajaré al patio a leer un poco. Aunque hoy, lo haré con una chaqueta puesta.

Os veo mañana!

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