sábado, 21 de mayo de 2011

Día 218

Hum...

Mis queridos amigos, aunque os dije ayer que hoy no creía que escribiese, es mitad tarde, y no encuentro nada mejor que hacer que mandaros unas letras. No hay mucho que contar; pero la vida de un deportista no sólo es entrenar. Y ya que os voy contando mi día a día, aquí me tenéis de nuevo un día más.

Hoy, teniendo bien clara cuál es la rutina de cada día, me he permitido saltarme los horarios habituales. Si bien es cierto que, de diario, a las 9 de la mañana ya he desayunado y me dispongo a comenzar el trabajo del día, hoy era esa la hora a la que me despertaba, sereno, sin despertador, sin oír siquiera la megafonía que rige el centro. Recuerdo que, el otro día, hablaba con el fisio del hecho de que en el centro puedes saber en todo momento la hora que es, gracias a los avisos que se van dando por megafonia a horas concretas.

Total, que tras levantarme, desayunar, leer el periódico y demás, me he marchado a dar un largo paseo con la intención de comer fuera del centro y airearme un poco. He entrado al caso antiguo, como siempre, por la plaza donde está el edificio Botines. En ella, había una sentada de tiendas de campaña y carteles reivindicativos de los que se han puesto ahora de moda. Carteles en contra del sistema económico y político. La gente mayor, se acercaba a ver los carteles, a leerlos, mientras personas con rastas y camisetas de rayas permanecían en el suelo sin más afán que el de pasar allí el tiempo. Tras leer algunos carteles, he seguido mi camino con la idea de que esta gente no sabe bien lo que está pidiendo ni la viabilidad de sus propósitos.

Tras la plaza Botines, me he encontrado con el mercado que se monta los sábados en la plaza del ayuntamiento. Me encanta ese mercado, lleno de colores y olores. Os mando una foto hecha al azar. Las frutas, los embutidos, las flores... todo se mezcla con algún puesto de Lacoste o calzoncillos de Armani. Me encanta...



Y bueno, por esas calles, me he encontrado con el albergue de peregrinos. Justo cuando pasaba yo, salía uno de los encargados, que amablemente me ha explicado que es un edificio antiguo donde los peregrinos pueden descansar y darse una ducha antes de seguir su camino hacia Compostela. Hoy iba con la prisa propia de quien no tiene nada que hacer; así que le he dicho que volveré otro día a que me enseñe el edificio por dentro.

He seguido paseando un poco más hasta llegar al corte inglés, donde tenía que cambiar un pantalón. He comido allí, tranquilamente, y me he vuelto al centro por otro camino, como quien va dejando los espíritus que abandona en la ida y que no recoge en su regreso. Lo que me lleva a recordar la conversación del otro día con Marcial. El hombre, entre contento y sorprendido, me decía que ya no ha vuelto a ver espíritus en su habitación. Me contaba que, según su teoría, al haber estado unos días ingresado y haber cambiado de lugar de residencia durante ese tiempo, los espíritus se han despistado y ahora no saben dónde está. -”Tardarán en encontrarme...”- me decía.

Y poco más. Ahora me dispongo a seguir descansando, relajado... hacen 23 grados; así que quizás vuelva a salir un rato hasta la hora de la cena...

Besos a todos!!

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