sábado, 7 de mayo de 2011

Día 204

Hum...

Hola a todos! Me alegra encontraros por aquí. Qué tal ha ido el sábado? El mío, ha sido algo pesado; así que no me extenderé mucho.

Esta mañana, hemos madrugado bastante para ir a jugar la última jornada de parejas de la liga. Pero, tras el viaje, al llegar al pabellón, nos hemos encontrado con la sorpresa de que el suelo estaba lleno de agua a consecuencia de la lluvia. Al parecer, se había roto una parte de la uralita y estaba canalizando el agua del tejado al interior del pabellón. Ante esta situación, los árbitros han decidido que lo mejor era suspender la jornada de liga para más adelante. Hemos entendido la situación y nos hemos vuelto a casa. Son situaciones imprevisibles, y enojarse por ellas, no llevan a ninguna parte.

Eso sí, os cuento que, ya que estábamos allí, hemos aprovechado para volver a clasificar las bolas antiguas y asegurarnos que dan las medidas oficiales de tamaño y peso. Han pasado todas sin problemas, por lo que las bolas nuevas pasarán a mejor vida en un futuro muy próximo.

Y bueno, como todo viaje, tiene su momento de reflexiones, de conversaciones, de silencios... cosa que me ha ido muy bien para despejar un poco la mente de la rutina de todos los días. Eso sí, el hecho de haber perdido la mañana, frente al plan inicial que era estar todo el día de competición, no ha significado que tuviese el resto del día libre. Tras comer y descansar un ratito, me he acercado al pedalier a rodar con él durante 45 minutos. Ayer, por fin, desconectaron la calefacción de mi habitación; y eso se ha notado hoy en un pedaleo mucho más cómodo y llevadero.

Tras el pedaleo, me he acercado al laboratorio. Este fin de semana hay curso de árbitros de boccia, y me he acercado a verles. De paso, y siguiendo el plan improvisado de hoy, he jugado un partido de parejas con ellos, provocando de vez en cuando alguna situación ilegal, para que los árbitros que estaban haciendo el curso estuvieran atentos. Después, cuando se han ido, hemos jugado otro partido de parejas entre el residente jovencillo y yo, contra dos árbitros oficiales. Así, el residente podía entrenar cosas de cara a mañana, y yo mantenía la sensación de bolas, de gesto, de razonamientos...

Y poco más. El día llega a su fin, y me apetece cenar y leer un rato. Poco a poco voy recuperando el gusto por la lectura; vicio que tenía un poco aparcado. Mañana hay jornada de liga de los chavales del centro e iré a verlos jugar. Ya os contaré por la tarde cómo ha ido.

Un abrazo!

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