miércoles, 27 de abril de 2011

Día 194

Hum...

Hola chicos! Cómo ha ido el día? El mío ha sido de no parar, como lo son últimamente. Poco a poco voy entrando en la mentalidad de encontrarme en la recta final de cara a la copa del mundo. Y bueno, parece que esa recta final, va a ser una sucesión de días de trabajo y más trabajo. Pero bueno, que todo sea trabajo no quiere decir que sea malo. De momento, el trabajo, se hace con gusto; con mucho gusto...

Bien, os cuento que esta mañana me levanté temprano para ir al taller a recoger la furgo. La dejé el lunes en la revisión. Me ha llevado Andrés, el taxista. Es un hombre que tiene un taxi adaptado. Solamente he visto 3 en todo León. Me recuerda al proyecto que tenía en mente hace años de poner un servicio de taxis adaptados en Valencia. Aquí, en cambio, al ser una ciudad tan pequeña, creo que ese negocio no triunfaría. El ejemplo lo tengo en que, llames a la hora que le llames, Andrés siempre está disponible.

Después de recoger la furgo, hemos tenido sesión de trabajo con bolas. Algo más de una hora y media. Aparentemente, es poco tiempo; pero si el trabajo es preciso, da para mucho. Incluso uno puede llegar a cansarse. Ya no físicamente, sino mentalmente. En estos espacios de ejercicios técnicos, seguimos trabajando con los ojos cerrados, visualizando, atento a las sensaciones que me transmite el brazo al lanzar, y corrigiendo trayectorias, con los ojos cerrados, en función de dónde me dicen que ha ido la última bola que lancé. Por otro lado, a pesar del cansancio, me doy cuenta que es un ejercicio que me exige estar únicamente en lo que estoy haciendo; por lo que la concentración es mucho mayor. Y es una sensación que me encanta. Seguimos trabajando con los dos juegos de bolas mezclados; aunque hoy, al menos una bola de las nuevas, ya la hemos apartado definitivamente de los entrenamientos debido al estado en el que se encuentra.

Por la tarde, tras comer y descansar un poco, he bajado a aeróbic. Hoy, entre los que siguen de vacaciones, los que están enfermos, y los que simplemente, no sé dónde estaban, éramos menos de la mitad de la gente habitual. Ha estado bien; tan intenso como otras veces. Poco a poco, me voy dando cuenta de que el cuerpo se va habituando al trabajo que voy haciendo, tanto en fuerza, como en los entrenes, como en aeróbic. Y uno de los síntomas en los que lo aprecio, es en el número de pulsaciones que tengo a mitad ejercicio.

Tras el aeróbic, he bajado con la entrenadora a jugar al ajedrez. El Maestro no estaba. Lleva unos días un poco ausente, pensativo, y no le apetece jugar como antes. A veces jugamos después de cenar, lejos del resto de mesas, como un par de jubilados en el parque que supone el mirador de la segunda planta. Mi entrenadora ha jugado muy bien. Me ha gustado jugar con ella. Reconozco que me ha gustado ganarle. Pero no por el hecho en sí, sino porque no ha sido fácil. Y eso es lo que hace que uno disfrute de una partida gane o pierda en ella. Supongo que es el tema del que hablábamos en otros días del blog: el sentido de las cosas que da el hecho de esforzarse, indiferentemente del resultado.

Bien, mañana viene la gente de la selección de boccia hasta el domingo. Estaremos concentrados, trabajando, sobretodo, los aspectos del juego de parejas y equipos. Esto hará que no crea que os escriba hasta el domingo. Son días en que veo a grandes amigos, y prefiero pasar tiempo con ellos, a gastarlo escribiendo en soledad. Por la mañana, aprovecharé para pasear un poco, comer fuera del centro y cargar las pilas de cara al fin de semana, que será intenso.

Y poco más. Tened un buen fin de semana. Nos veremos el domingo.

Muacs!

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