lunes, 21 de febrero de 2011

Día 129

Hum...

Hola chicos! Cómo va todo? Por aquí bien, muy bien, ahora mismo hace sol, el día esta tranquilo... dicen que, cuando afuera puedes ver el fondo de un estanque, es porque tu interior también está sereno. Creo que es mi caso.

Hoy, como cada lunes, he tenido sesión de fuerza. Apenas es una hora, pero os aseguro que es suficiente. Acudo al aula de deporte por el camino más largo, siguiendo el sentido de las agujas del reloj en el pasillo, como iniciando el ritual de la mañana, cantando, relajado... en la sesión de hoy, hemos trabajado con bolas de 1 y 2 kilos. Las lanzo a lo lejos, como si fueran bolas de boccia, o las levanto lentamente... también utilizo una barra que está rellena de arena. Y bueno, voy haciendo ejercicios varios. Nos llama la atención la diferencia de fuerza de un brazo y de otro, de cómo uno sirve más para la fuerza bruta, y el otro para las cosas más precisas. Pero vamos, que la cosa va muy bien. Como si fuera por arte de magia, las agujetas han desaparecido. Así que, solo eran eso, agujetas.

El resto de la mañana ha pasado con sencillez. Tenía la habitación arreglada, así que no había mucho que hacer. A los que me habéis preguntado por el modelo exacto del pedalier, deciros que lo desconozco. Solo tengo la foto que os envié; nada más.

Después de comer, he tenido la sesión de aeróbic. Como no había sesión oficial, la he hecho en la habitación con la que grabamos antes de Navidad. A ver si cuando hagamos otra en grupo la grabo y las voy alternando, que esta ya aburre. Y bueno, poco más. Después he aprovechado para hacer cosillas. Así que jugaré con El Maestro al ajedrez después de cenar, que ahora no creo que me dé tiempo.

Y como lo prometido es deuda, os cuento:

Hay un residente, al que llamaré Camilo, que llegó al centro después de Navidad. Al parecer, ya le conocía todo el mundo porque había estado en verano, o algo así. Tiene unos 45 años y va en silla. Es nervioso por naturaleza, y no para quieto un momento. Tampoco le he visto en silencio más de 20 segundos. Por lo que llega a ser tormentoso. Tiene un acento gallego muy marcado, y habla muy deprisa, a golpes más bien, y no hay Dios que lo entienda. A veces, hay que hacerse una composición de lugar con partes de las frases que dice, e intuyes lo que dice. Se mueve por una fuerza superior que tiene entre las piernas, y todo lo decide en función de eso. Un día nos aseguraba que es capaz de hacerse una felación él mismo. Si hay una actividad, y la persona que la imparte es mujer, se apunta, sin importar edad o procedencia. Es un crack! El otro día, arrinconó a una de las chicas de la limpieza y, quitándole un guante, comenzó a besarle la mano mientras se le declaraba. -”¿Tú sabes lo que presumiría yo si llegase a mi pueblo contigo?”- le decía. Los allí presentes, incluida ella, llorábamos de la risa; pero a él no le importaba si con ello conseguía algo. Y si ella le decía que no, tampoco importaba. Hay más mujeres en el centro. Alguna caerá...

En fin... aunque había grupos charlando por los pasillos, ociosos y sin ocupación alguna, no se ha notado mucho la falta de auxiliares y de actividades de la tarde. Aun así, todavía es pronto para valorar cómo se desarrollarán los acontecimientos en el futuro. Algunos residentes, como si de la isla de los náufragos se tratase, ya empiezan a expresar en voz alta que habrá que pensar en algo para matar tanto tiempo libre. Ya os iré contando las propuestas que salgan.

Y poco más, os dejo que he de recoger la ropa del baño y bajar a cenar. Confío en veros mañana.
Un beso!

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