domingo, 13 de febrero de 2011

Día 121

Hum...

Hablaba anoche con Saturnino; y como siempre, me dejó encantado, pensativo... me leyó un texto que había escrito en honor a su padre. Decía que era una persona que se había hecho según las opiniones de los demás, sin un criterio propio. En cambio, su madre, fue recta con ella misma, con Saturnino y con sus hermanos. Me gustó que me contase que, cuando regresaba de la escuela los viernes y le enseñaba las notas a su madre, y, por ejemplo, había sacado un “9”, su madre le preguntaba si había hecho todo lo que había podido. A veces, él reconoció que no; y su madre lo castigaba. Otras veces, en cambio, llegaba a casa con un”4”. Y su madre le volvía a preguntar si había hecho todo lo que había podido. Si él era sincero, y reconocía que sí, su madre no le castigaba. Desde pequeño, le enseñó a esforzarse, le inculcó la confianza en uno mismo a base de esforzarse, a no conformarse con una nota puesta por los demás, sino a la satisfacción personal de saber que has hecho todo lo que has podido. Y bueno, es algo que me ha encantado. Recuerdo siempre con cariño a un entrenador de boccia que tuve en Valencia. Se llamaba Jesús. Siempre me decía, cuando yo le preguntaba si una bola era buena o no en un ejercicio, que mi nivel de exigencia conmigo mismo me diría si una bola es buena o mala. Han pasado diez años desde entonces, y lo sigo recordando. Muchas veces, en muchos partidos, he perdido, pero me he ido sereno al sentir que había hecho las cosas con todo mi esfuerzo. Otros, en cambio, los he ganado y he pensado -”sí, pero no me ha gustado...”-. Ayer, me gustó recordar todo esto.

Hola chicos! Qué tal día? Aquí lluvioso. Vuelven a hacer tardes de Velázquez, con sus grises, sus reflejos... por la mañana llovía, pero había luz. Ahora, en cambio, parece que hayamos retrocedido a los meses en que oscurecía antes. Pero bueno, es lo que toca.

Bien, os cuento el misterio de hoy. Esta mañana, tras desayunar, he subido a hacer los ejercicios matutinos. Antes de ello, he ido al baño, lo normal, y luego he cerrado la puerta para hacer los ejercicios con la música alta, que parece que ayuda un poco, y no molestar a nadie. Tras los ejercicios, ha venido el residente jovencillo, y hemos estado charlando mientras yo sacaba la ropa del armario y la ordenaba en las perchas que compré ayer, con compartimentos para varios pantalones. La verdad es que ha quedado el armario que da gusto; y, aunque el perchero ahora pesa por las perchas, no importa porque es de los que basculan. Total, que hablando, hablando, antes de comer, he vuelto al baño. Y el botellín de plástico que utilizo no estaba. ¿...?

He preguntado, porque los domingos los suelen coger para esterilizarlos y luego los devuelven a las habitaciones, pero nadie lo ha visto, nadie lo ha cogido, y en el autoclave no está tampoco. La auxiliar estaba como preocupada. Yo le decía que da igual, que ya compraré otro. Pero ella decía que no, que los botellines no se van andando solos por ahí. Yo le he dicho que es lógico que no se vayan por ahí; no tienen manos para pulsar los botones del ascensor! En qué estará pensando esta mujer... jajajaja!

Total, que me han traído otro botellín. No es que sea muy celoso con mis cosas, pero tendré que andar con más cuidado.

Y poco más. Por la tarde, tras la media hora de siesta y los ejercicios físicos, me he dedicado a leer; mi otro gran deporte. Mañana comienza la semana; así que hoy, que pretendía ir al MUSAC a ver la nueva exposición, he preferido quedarme descansando. Además, todavía tengo vestigios de mocos; por lo que era mejor quedarse y curarse del todo.

Buen lunes a todos!

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