jueves, 9 de diciembre de 2010

Día 55

Hum...
Hola chicos!! antes de que se me olvide, os cuento que, siguiendo con la broma de la señora que come pasteles, he creado un grupo en el Facebook que se llama “señoras que comen pasteles a escondidas”. Para que podáis comentar las mejores jugadas... jajaja!
Bien, propio ya del lugar, ha amanecido un día estupendo, y se ha ido estropeando con el paso de las horas. En teoría, hoy tenía una mañana tranquila y sencilla, pero la verdad es que apenas he parado. Después del pedalier, (os mando una foto) que al no haber sesión de tarde, la de la mañana volvía a ser de 30 minutos, me he acercado al fisio. Allí, junto al fisio, había un chico con cara tímida, mejillas sonrojadas y mirada un pelín bizca, que venía de la universidad de fisioterapia de Manresa. Me lo han presentado y me han dicho que estará unos días en el centro, haciendo prácticas. Y como yo soy tan cumplidor con los horarios y esas cosas, lo han puesto conmigo para que me observe. Así que, uuuuna vez más, me he pasado un buen rato contándole mi vida y milagros sobre el descubrimiento y evolución de mi discapacidad a lo que fisioterapéuticamente hablando se refiere.
Por cierto, anoche le gané al Maestro al ajedrez!!! Qué contento me puse! La verdad es que fue una partida breve. No duró más de media hora. Se ve que no estaba centrado, tuvo despistes... y a los pocos movimientos, entre el caballo, un alfil y mi reina, me comí a su reina. Y de ahí en adelante, él no hizo más que perder piezas valiosas al tiempo que yo las iba comiendo. Al final, huyendo de mi reina, se acorraló, y un inofensivo peón que pasaba por allí, hizo el mate. Genial... volvimos a hablar de la importancia, en la competición, de tomar la iniciativa, de forma que el rival vaya a remolque... de defender, pero también de arriesgar...
Hoy, he tenido una conversación de esas... cómo diría... difícil. Hay un residente, un señor ya mayor, calculo que rondará los 70 años, educado, calladito... siempre le veo en su habitación escribiendo en su portátil... cuando me ve por los pasillos y lo saludo, abre los ojos con un -”oh!, hola”- es muy expresivo... el otro día me decía, cuando fue la ceremonia aquella del día de la discapacidad y estábamos en el salón de actos oyendo hablar al delegado del gobierno de Castilla y León, que apenas oye nada, pero que para lo que ese hombre estará diciendo, le da lo mismo. El caso es que hoy, el arroz estaba estupendo, y al ver que no se lo comía, me he acercado y le he preguntado.
-Qué no te gusta? (aquí todos nos hablamos de tú, pues estamos en el mismo barco tengamos la edad que tengamos.)
-No quiero comer.
-No tienes hambre?
-No, en realidad, es que no quiero vivir...
No imagináis el silencio que se ha hecho... apenas han sido tres segundos hasta que me conseguido escapar de la emoción que envolvía aquellas palabras y me he puesto a hablarle; pero me ha traído mil recuerdos, mil batallas en un instante. Este hombre, me contaba que trabajó, y mucho, vendiendo cupones. Tenía una meta en la vida, un sueño; y sus dos hermanos, aprovechando su situación, lo mandaron a una residencia y se quedaron con su dinero. Ahora, él siente que nunca podrá realizar ese sueño, ni alcanzar su meta. Y por tanto, sin meta, despertar cada mañana no tiene sentido.
No me he interesado por la meta, ni por el dinero, ni por los hermanos... igual, la mitad de la historia solo existe en su cabeza; aunque sé que los hermanos existen porque uno iba a venir a verlo la semana pasada, pero por la nieve no pudo hacerlo. Pero he estado un buen rato hablando con él y viendo cómo se tragaba las lágrimas al contarme su convivencia en casa de sus hermanos antes de venir aquí.
Si una meta desaparece, si no es alcanzable, hay que buscar otra. El hecho en sí de buscar una meta, ya se considera una meta a alcanzar. Si no alcanzas una meta en tu vida, pero has luchado por ello, el trabajo no ha sido en vano. Pero si caes derrotado, o mejor dicho, renuncias porque otros te hacen desistir... es diferente; y hay que continuar adelante. Hay que buscar esa meta... y sé que la encontraremos. No hay un lugar, un estado o una edad a partir de la cual no se puedan alcanzar pequeños objetivos. Lo único que nos puede impedir hacerlo, es nuestro propio abandono. No sé... ya os iré contando. Pero si esto es así, hay que ser muy hijo de puta...
Y bueno, poco más. Después de comer, no me apetecía mucho dormir, así que me he sentado a meditar en la cama, a hacer en el no-hacer, a observar la respiración, a dejar pasar el tiempo... hasta que me he ido al entrene de la tarde. Somos un grupete majo, y estoy muy a gusto con ellos. Seguimos con los ejercicios de control de fuerza, que poco a poco van ganando precisión. Mientras ellos lanzan 4 bolas, yo lanzo 13... cada uno a su ritmo... pero todos con el mismo objetivo. Mola.
Ahora, antes de cenar, he de bajar que tengo hora en la pelu. El lunes estuvo cerrada que era fiesta, y hoy había cola... todas las marías tiñéndose el pelo...
Espero veros mañana por aquí.
Os beso!

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