jueves, 2 de diciembre de 2010

Día 48

Hum...
Queridos amigos, vuelve a nevar mientras os escribo. He puesto un cd de George winston, y parece que la nieve danza al son del piano. Da paz mirar por la ventana, ver que no ves nada, porque es de noche y aun así el paisaje se te hace blanco... sentir que todo se empapa, que todo se cubre... me encanta. Hemos tenido un grado positivo de temperatura máxima, y he despertado con seis negativos. Parece que la cosa será más fría mañana, para dejar que salga el sol el sábado. Ya os contaré.
Bien, esta mañana, he ido al fisio y al pedalier. El pedalier ha costado un poco, pues como el otro día estaba averiado, llevaba desde el viernes sin tocarlo; y claro, tantos días, hace que uno pierda la costumbre. Pero bueno, aun así, la media hora pasa volando. He añadido más canciones a la carpeta “pedalier” del iphone; y se sigue haciendo ameno. Después, en el fisio, nos hemos centrado en las piernas. El otro día me molestaban un poco, y como de hombros ando bien, hemos trabajado caderas y rodillas, que a veces se quejan un poco.
La nota del día, la ha dado la tarde. Nada más comer, nos hemos ido al Centro de Inserción Social; que dicho de otro modo, es el lugar donde van los presos que están a punto de terminar su condena, o donde están aquellos con buena conducta. Hemos ido a hacer un poco de deporte con ellos, dejarnos ver, enseñarles de alguna forma que hay otros caminos, que pueden ser útiles, que hay gente con dificultades... no sé, había tantos mensajes que transmitir... Hemos jugado a boccia con ellos, han subido en las sillas y han hecho un circuito de habilidad, han jugado a deportes de ciegos, han pintado... La verdad es que el sitio imponía un poco. Supongo que no por el lugar o las personas, sino por el conjunto de ambas cosas. Mi mente analítica no ha podido estarse quieta, y sin poder evitarlo, he visto que, del grupo de 25 presos que ha estado con nosotros, la proporción entre españoles, gitanos, sudamericanos y marroquíes, estaba bastante equilibrada. Me ha llamado la atención que muchos de ellos eran más bien mayores, de cuarenta y muchos años. Apenas había gente más joven. Y, aparte de la diferencia de edad, se apreciaba, en los más mayores, que en realidad quizá no fuesen tan adultos, pero que la vida les había tratado con dureza. Su piel, sus arrugas, su pelo... a pesar de estar visiblemente limpios, se veía en sus caras lo estropeados que estaban. Muchos observaban, algunos murmuraban... pero en general se han soltado bastante con nosotros. En cuanto al lugar, era tal cual es de cualquier película en plan celda 211. La cabina de seguridad bien enrejada, el w.c. Fijado al suelo, sin aristas, sin grifos, una pequeña ventana por la que servían la comida desde la cocina, taburetes fijos al suelo... era un lugar triste. Me ha gustado la experiencia; porque creo que me ha ayudado a entender un poco más que la cárcel, no debe ser un lugar de castigo, sino un lugar de rehabilitación y reinserción social. Y para ello, hay que tratar a la gente de una forma más constructiva, más... humana. No sé... he charlado con un chico de Canarias, mientras merendábamos todos juntos. Me decía que ya le dejaban irse los fines de semana a dormir a casa. Me decía que llevaba cinco años en la trena, y que estaba contento de salir. Cinco años!! ¿Cuántas cosas se pueden hacer en cinco años fuera de una prisión y este chico se ha perdido? Estaba contento, limpio, afeitado... parecía un funcionario de prisiones más que un recluso.
Y poco más. Mañana es mi mañana libre. Pero con la que está cayendo, no creo que vaya a ninguna parte. Me dedicaré a leer y ver alguna película; que aparte del cuerpo, hay que descansar también la mente.
Espero que estéis bien. Supongo que mañana recibiré el artículo que escribió la periodista en relación al open de tiro. Ya os lo reenviaré.
Besos!

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