martes, 23 de noviembre de 2010

Día 39

Hum...
Hace tiempo, leí la historia aquella de dos monjes que van paseando de camino al monasterio y, de repente, en un momento del camino, se encuentran con una guapa mujer que no puede cruzar un río por sí misma, y uno de los monjes decide cogerla en brazos ante el asombro y la desaprobación de su compañero. Al otro lado del río, el monje dejó a la mujer en tierra, y siguió, junto con su amigo visiblemente enfadado, el camino hacia el monasterio. Al cabo de un rato, el monje que cogió a la mujer en brazos, le pregunta al otro qué le ocurre, que está tan callado. Entonces, el otro le contestó que lo que había hecho no estaba bien, que no debía haber cargado con aquella mujer, que era algo impuro... y el monje, le contestó: -”yo cargué con aquella mujer, y la dejé al otro lado del río. En cambio, tú, la sigues llevando a cuestas”-.
Bien, hoy tuve sesión de fisio. Entramos a la vez en la sala, el fisio, otro residente, y yo. El residente, comenzó a contarnos lo enfadado que estaba porque le habían despertado tarde y no había podido llegar a tiempo a una cita que tenía. Se centró en decir lo mal que, para él, trabaja la gente en el centro... venga a rajar a unos y a otros... y se callaba, y al momento volvía otra vez... así la hora y cuarto que estuve en el fisio, quejándose una y otra vez sobre lo mismo. Allí le dejé. Me acordé de la historia de los monjes, y pensé que a ese hombre, ya habían ido a despertarle seis veces esta mañana... en fin... me cuesta estar con gente poco tolerante con los errores de los demás. Y reconozco que hoy, me ha costado mucho. El tiempo de fisio, es sagrado. En su duración, y en lo que allí hacemos. Y me gusta que haya un ambiente cordial, o que la gente comente sus problemas, que es a menudo. Pero de ahí, a quejarse indefinidamente, hay una diferencia. Es una hora complicada. El fisio sigue estirando las piernas, el psoas, las lumbares... todo conlleva una tensión en el cuerpo, un pequeño dolor agudo que se produce cuando estás estirando los tendones que se han acortado por el simple hecho de estar todo el día sentado. Es un tiempo en que sudo mucho, por la tensión, y por el trabajo que supone estirar, aguantar, y volver a estirar. Me cuesta; y a la vez me satisface. Primero porque los beneficios físicos son obvios; pero también porque sigo librando la batalla contra la pereza que nace de preguntarse si tengo porqué pasar por esto, si no estaría mejor cara al ordenador, haciendo el perro...y siempre gano a esa pereza plantando cara al esfuerzo. Me siento bien conmigo mismo por seguir trabajando.
Después del fisio, he llamado a MRW y le he mandado las bolas nuevas al seleccionador. Han resultado ser una castaña... se rompen con facilidad. Así que las vamos a enviar a Portugal y que nos las cambien. Con lo cual, por la tarde he entrenado con el juego viejo. Ha sido un buen entrene. Como en todos, hay una seriedad que se combina con alguna risa, y hace que la tarde se pase de forma muy amena. Seguimos trabajando el control de la fuerza con que lanzamos las bolas. E imagino que seguiremos así durante un tiempo; cosa que me gusta. Sobretodo, si he de recibir bolas nuevas y adaptarme a ellas.
Y poco más. Hoy no he salido del centro. Pensaba que iba a llover, y no puse la silla a cargar. Quizá el jueves. Se me van amontonando los papeles en el escritorio, y necesito comprarme una carpeta para guardarlos. Por lo demás, todo va bien. Comienzo a dormir hasta que suena el despertador, y siento que es como si llevase aquí toda la vida...
Besos!!

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