jueves, 24 de octubre de 2013

Día 10

Hum...

Hola a todos! Qué tal van las cosas? Espero que bien. Hace 8 días que no escribo. Os dije que lo haría cuando tuviese cosas que contar; y, aunque todos los días habían pequeños matices nuevos que siguen dando color a este cuadro, he querido esperar al día de hoy para volver a escribir.

Los días han ido pasando con mucha sencillez, con mucha calma... cosa que estoy saboreando mucho. Con el tiempo, he ido aprendiendo a esperar, a entender que las cosas no suceden siempre al ritmo que yo pudiera desear. Últimamente oigo mucho aquello de que todo forma parte de un todo armónico, de un equilibrio que hace que las cosas tengan sentido, lo lleguemos a entender o no. Y, con ese pensamiento, la paciencia se vuelve muy importante; porque es la herramienta necesaria para saber que todo lo que sucede, tiene su razón de ser. Recuerdo que una vez hablaba con uno de mis rivales, un brasileño que siempre está rezando y que de mayor quiere ser pastor de hombres, sobre el hecho de que, lo importante, no es que Dios nos conceda aquello que deseamos; sino que nos conceda sabiduría para entender porqué, a veces, no sucede lo que deseamos.

Total, que me voy por las ramas, que están siendo días buenos. La semana pasada llegaron las bolas nuevas. Ahora, me lo tomo con humor, pues parecen más boniatos que otra cosa. Pero es cuestión de pisarlas un poco, hacerlas rodar y que vayan cogiendo la dureza deseada. La verdad es que es algo que me ha ilusionado bastante: estrenar un juego nuevo. Hemos empezado los entrenamientos de cara a la jornada de la liga de Castilla y León que tenemos el domingo. Han estado bien; aunque han sido, más que nada, para desempolvar el material que descansaba esperando volver a competir.

Y sabéis qué? Hoy he empezado en caballos otra vez! Ha estado genial. He llegado y el saludo de la persona que trabaja conmigo ha sido muy agradable. Un breve abrazo que me ha sabido a “hola, me he acordado de ti muchas veces”. Balú me miraba, pero dudo que me recordase. Afortunadamente, he vuelto a montar en él. Y a pesar del tiempo que ha pasado, han bastado unos segundos para estar bien posicionado encima del animal y salir a caminar con él. Llovía a mares. Pero a mares de novela, no de los de verdad, que son más apacibles. Así que hemos dado vueltas por un recinto que tienen techado, sobre suelo de arena dura. Y buah... lo he disfrutado como un enano. A nivel físico, de estar tanto tiempo con las piernas dobladas, tengo algunos músculos acortados, sobretodo de los muslos, por lo que, llevar las piernas colgando en el caballo, hace que me sirva de estiramiento. Y como el animal tiene un par de grados corporales de temperatura, también ayuda al estiramiento y la relajación de las piernas. Así que... un placer.



Y poco más. Es casi la hora de cenar. Así que lo voy a dejar aquí y ya os voy contando más cosas conforme se vayan sucediendo.


Besos a todos y buen fin de semana si no nos vemos antes.

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