Hum...
Hola a todos, os escribo desde el lugar
donde los deportistas podemos ver los partidos que se están
disputando a pie de pista. Hace algo más de una hora que terminó mi
partido. Perdí. Esa es la palabra. La sensación es de que no me han
ganado. He perdido yo. Y esa, para una persona competitiva, es la
peor de las sensaciones. Uno puede esforzarse, salir al campo de
batalla y dar lo mejor de sí mismo. Y sea cual sea el resultado,
habrá vencido. Pero cuando las cosas, simplemente no salen, cuando
situaciones que has resuelto miles de veces, sin usar el “miles”
como una exageración, sino como una realidad, hace que uno se quede
frustrado. Esta, la situación de derrota, es una de las más
destructivas que un deportista puede sentir. Aparecen los tópicos,
las frases que están en la recámara de aquellos que te apoyan,
diciendo que en el deporte a veces se gana y a veces se pierde; que
el deporte es injusto muchas veces, y que puedes estar trabajando día
tras día y, en un despiste, quedarte en el camino hacia la gloria.
Pero... qué es la gloria? Y, merece la
pena? Hablaba con el seleccionador sobre el hecho de que la vida,
como el deporte, es dura, te golpea, y tienes que saber recibir los
golpes que te puede dar. Supongo, pues así lo he expresado muchas
veces, que lo hermoso de nuestra existencia, es que a veces no
alcanzamos nuestros logros; y que eso es lo que hace que no no
estanquemos. Si ganásemos siempre que nos lo proponemos, si no
hubiesen derrotas que nos hagan madurar y plantearnos el trabajo que
estamos haciendo, el mensaje de esfuerzo y superación personal que
lleva consigo el deporte no tendría sentido. Nos dedicaríamos a
ganar sin buscar el esfuerzo, y reduciríamos nuestras competiciones
únicamente a aquellas que tenemos ganadas de antemano. Esta tarde me
decía mi hermano que esa es la grandeza del deporte; que a veces
ganas, y a veces pierdes. Pero que, pase lo que pase, tienes la
oportunidad de volver a intentarlo. A fin de cuentas, el deporte es
una forma de luchar contra uno mismo, de superarse y, sobretodo, de
conocerse a uno mismo.
Ayer, de camino al pabellón,
reflexionaba, a raíz de la visita del psicólogo de la selección,
sobre los dos años transcurridos en el CRE. A diferencia de años
anteriores, ha habido una actitud por parte de las tres personas que
han dirigido mis entrenamientos que ha sido la clave para el éxito
que hemos obtenido. Desde que comencé a trabajar con mi entrenadora,
el seleccionador y el psicólogo, ellos me han mostrado siempre cuál
era el camino correcto. En ningún momento, sentí obligación para
hacer las cosas que ellos me pedían. Nunca hubo un golpe de
autoridad, nunca hubo un momento de tensión o de falta de diálogo.
Simplemente, se dedicaron a mostrarme las puertas que, según ellos,
debía cruzar. Pero puertas que, a fin de cuentas, era decisión mía
cruzar o no cruzar. Con el tiempo, pude descubrir día a día que las
puertas que ellos me invitaban a cruzar con trabajo y disciplina,
eran las correctas. A lo largo de todos estos meses, os he hablado de
las rutinas en el CRE; de levantarse a la misma hora, de cuidar la
alimentación, de entrenar fuese martes o domingo, de guardar las
horas de sueño, de cuidar de uno mismo... y ha sido aquí, tras dos
semanas en la villa entrenando, conviviendo con otros deportistas, y
llevando una rutina muy similar a la que llevaba en León, donde he
comprobado, al ver cómo afectaba en otros deportistas su ausencia de
dichas rutinas, en su día a día, la importancia de todo el trabajo
realizado durante estos meses. Con el tiempo, he podido ir dejando
atrás y cambiando viejas costumbres, tanto deportivas como del día
a día, por las que ahora veo que son las correctas. Y, a nivel
deportivo, este convencimiento hace que no me marche de aquí
pensando que hemos hecho mal las cosas; sino todo lo contrario. Si no
hubiese sido por todo ese trabajo previo, no estaría ahora sentado
frente a la competición más importante del mundo. Sin todo ese
trabajo, ni habría llegado hasta aquí. Mi entrenadora siempre me
dice que el mérito es mío. Que soy yo el que decide cada mañana
levantarse, desayunar adecuadamente y ponerme a trabajar. Soy yo el
que decide vivir lejos de casa y de los amigos, el que decide irse a
vivir a otra ciudad, desconocida, dura en invierno y cálida en
verano... sí, soy yo el que lo decide. Pero, sin ellos, habría
abandonado hace mucho tiempo para terminar siendo, simplemente, un
deportista más.
A lo largo de estos días, han sido
muchos los rivales que se han interesado por mí, que me han
observado mientras entrenaba, que me han invitado a entrenar con
ellos... y eso es algo que ha hecho sentirme querido y apreciado. Me
han hecho ver que hay deportistas que han quedado por delante de mí,
pero que nadie les aprecia como personas. En cambio yo, no puedo
evitar sentirme querido por muchos de ellos; y eso, es positivo para
mí.
Hablaba con uno de los técnicos de la
selección acerca del hecho de que no podemos valorar todo el trabajo
y la experiencia de estos tres años por el resultado obtenido aquí.
No podemos poner una medalla en una balanza y que ésta pese más que
todo el aprendizaje que ha habido. Quizás no hayamos sacado ninguna
medalla; pero habrá servido para crecer y afrontar futuras
competiciones con más madurez y entereza.
Y poco más. Es tarde y me voy a ir a
la cama. Mañana saldremos a ver algún partido de rugby y las
semifinales de boccia. Así que, si tengo un rato, os seguiré
escribiendo desde donde esté.
Besos a todos!
recurro al topico de que a veces se gana y a veces se pierde...yo soy de las que piensa, como le dije a manolo, que podras haber perdido una batalla pero no la guerra...no se, tu carrera como deportista no solo se define en una paraolimpiadas, que como bien dices, en ocasiones es como la ruleta, al rojo o negro. Creo que el deportista no solo lo determina sus medallas,implica una actitud, actitud hacie el, hacia el juego, hacia sus contrincarios, su trabajo dia a dia, sus esfuerzos, retos, superaciones...entre otras muchas cosas, y creeme, yo creo que tú reunes esas condiciones, para mi eres un gran deportista que refleja lo que en sí, es la esencia de una paraolimpiada. Yo solamente puedo decirte...que me quito el sombrero. besos y animo...y sobretodo no seas demasiado critico contigo chema
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