lunes, 4 de julio de 2011

Día 261 (Cto. de España)

Hum...

Mis queridos amigos, como si se tratase de un especial de Navidad, voy a saltarme la rutina del día a día para contaros en resumen, cómo fueron las cosas en el campeonato de España de boccia.

Nos marchamos del centro el jueves bien temprano. Recuerdo que el móvil me decía que hacían 2 grados cuando salíamos de allí, a eso de las 7:45 de la mañana. Tras un par de paradas y algunas cabezadas, llegamos puntuales al pabellón de Elche a eso de las 18:30. y 32 grados. Clasificamos a los jugadores que iban por primera vez, las bolas, las sillas y las canaletas, y nos fuimos al hotel a cenar y descansar. Aunque la mayor parte de los encuentros sucedieron el jueves, he de decir que me he pasado el fin de semana saludando a gente que suelo ver únicamente de nacional en nacional. Siempre es una alegría ver que todos están bien, que unos han madurado, que otros simplemente han envejecido... hay caras nuevas, caras que ya no están... y se respira un ambiente distendido y cordial. Puedes entrenar con unos y con otros y despreocuparte de tu alrededor, porque sabes que no hay nadie con malas intenciones. Entre las personas que vi, reconozco que casi me saltan las lágrimas al volver a ver a varias personas de mi antiguo club: unos como técnicos, otro como árbitro, otros como deportistas... en su día, no me despedí de ellos como hubiese debido, y deseaba en silencio un reencuentro; pero sobretodo un reencuentro tierno. Me gustó que, a nivel individual, fuese así con muchos de ellos.

El viernes, los jugadores de mi categoría nunca competimos. Así que me dediqué a ver partidos. Aunque iba con la equipación y la licencia de mi club de Guadalajara, estuve prácticamente todo el tiempo observando a los chicos del centro de León. Ahora mismo, son como mi familia aquí, y me siento a gusto con ellos al tiempo que sé que ellos agradecen que yo esté con ellos. Hubo emociones cuando ganaron, hubo lágrimas en sus derrotas, y me recordó, al ver la intensidad con que viven las cosas, a mi época de novato, a los comienzos, en los que uno compite con la cabeza, pero también con el corazón. Y sentí una envidia sana por ellos. Les queda mucho por trabajar, por aprender, pero está claro que están haciendo un gran trabajo; y me siento muy afortunado de estar caminando con ellos en esta andadura.

En cuanto a mí, tuve dos partidos el sábado por la mañana. Al ganarlos, me clasifiqué para la fase eliminatoria, que eran directamente semifinales. Fue un partido que jugué por la tarde. Se me antojaba muy difícil. Pero la verdad es que supe encontrar la tranquilidad necesaria para jugar con serenidad y cabeza. Vinieron a verme mis hermanos y mi madre. Conocieron a El Maestro, pudieron poner cara a algunas de las personas de las que les he hablado; y me alegró que pudiesen ver “a qué me dedico”. Pudieron ver que, por más limitaciones que puede tener una persona aparentemente, todos funcionan y alcanzan metas increíbles. Creo que una de las cosas que un campeonato aporta a las personas que allí se encuentran, es ese mensaje oculto de lo que una persona es capaz de alcanzar si se lo propone. Tras ganar el partido de semifinales, me dijeron que me cruzaría con un rival duro al día siguiente en la final. Recuerdo que el seleccionador me dijo que era un jugador capaz de concentrarse tanto o más que yo. Y he de decir que en el campo, el domingo, fuimos ambos dos bloques de hielo. Tras hablar con mi entrenadora y valorar la situación, decidimos cambiar completamente el planteamiento del partido, y jugar a 3 metros en vez de a los 9 que todo el mundo esperaba. Este hecho, descolocó al contrario que ya fue un poco a remolque durante todo el partido. Él, optó por jugar a “sus” 9 metros; pero el orgullo me hizo demostrarle que esa sigue siendo mi zona de juego y no le di tregua. Y qué puedo decir... me sentí feliz. Me emocioné pero guardé el mostrarlo porque quedaba todavía un partido de parejas. Hay que decir que hacía pareja con un chico del mismo club que yo. Y bueno, las cosas nos fueron bien. Gestionamos muy bien las bolas en el partido, con cabeza y sin grandes riesgos, y ganamos el campeonato. Así que he vuelto al centro con dos medallas de oro y el título de campeón de España por tercer año consecutivo.

Es justo decir que, todo el mundo me felicitó. Todos excepto aquellos que no se alegraron por el resultado o porque estuvieron ocupados en otras cosas. Los chicos me arroparon como si fuésemos todos una gran familia, y vi que se sentían orgullosos de que estuviese con ellos, que fuese uno más de ellos. Y que hubo gente que felicito también a mi entrenadora por el trabajo realizado. Y ambos respondimos siempre que no es un logro únicamente de nosotros dos; sino de todo el equipo profesional con el que trato cuando estoy en pista, en la piscina, en fisio, en fuerza o en aeróbic. A todos ellos, les agradezco el trabajo que estamos haciendo con un hecho palpable: dos medallas; y con palabras que nunca alcanzarán a perfilar con exactitud el sentimiento que tengo hacia ellos por cómo me han cuidado en los momentos más difíciles de esta historia. Pero también con la actitud de que hoy estoy descansando; pero mañana volvemos todos a trabajar. Hay muchas cosas que pulir todavía, que mejorar, que aprender. La temporada no termina aquí, sino dentro de un mes y medio en Belfast. Y bueno, reconozco que esto ha sido una inyección de motivación extra.

Y poco más. Esta tarde he quedado con el fisio. Aunque es mi día de descanso, me apetece que me vea, que me trate las piernas un poco para mantenerlas en buen estado. Una de las cosas que más me ha alegrado de este campeonato, es que no ha aparecido la fatiga en ningún momento. Y eso, en parte, es gracias al trabajo físico que hemos hecho previamente y al mantenimiento con fisioterapia. Después, saldré a pasear, a que me dé el aire un poco. Quizá me marche con El Maestro a tomar algo... así que ya os escribiré mañana.

Besos a todos!

1 comentario:

  1. Mi más sincera enhorabuena campeón. Mucho ánimo, sigue confiando en ti mismo y conseguirás todo lo que te propongas.

    ¡A por todas!

    Fede

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