“-Señor
Nim, -dijo uno de los periodistas chinos. -tras cuatro años de
intenso trabajo, no ha podido alcanzar el podio. ¿Se siente
frustrado? ¿Qué es lo que ha fallado?
-Oh,
no. -respondió Ku Nim Sahn mientras se secaba el sudor originado
por la competición. -a lo largo de estos cuatro años he aprendido
muchas cosas. Soy mejor deportista y mejor persona; y eso, es muy
valioso. No podemos juzgar o valorar el trabajo de cuatro años, o
el de toda una vida, en función únicamente del resultado final.
En
todo encuentro deportivo, hay un vencedor y un vencido; pero eso es
diferente a decir que hay un ganador y un perdedor. Los dos hemos
dado todo lo posible dentro del campo y ha habido un vencedor. Pero
considero que ninguno de los dos ha salido de la pista como perdedor.
Todo
trabajo y todo desafío lleva consigo un aprendizaje; y eso es lo
que realmente importa. Naturalmente que me habría gustado ganar una
medalla -añadió Ku Nim Sahn. -pero no voy a valorar si el trabajo
ha sido el adecuado o no por no haberla conseguido. Hoy, he jugado
bien. Me he esforzado. Y eso es lo importante.
El
esfuerzo, -respondió. -es muy importante. Es lo que da realmente
sentido y valor a las cosas. Todo el mundo le da más valor a
aquello que ha conseguido con esfuerzo que a aquello que ha obtenido
sin esforzarse.
En
nuestra vida cotidiana, en el día a día, en el trabajo, en los
entrenamientos, en nuestra relación de pareja, o con nosotros
mismos, debemos esforzarnos siempre.
Pero
debe ser un esfuerzo que nazca de nuestra intención por ser mejores
personas. Debemos intentar siempre ser la mejor persona que los
demás pueden encontrar en nosotros. Tanto por ellos, como por
nosotros mismos.
No
debemos esforzarnos para agradar a nadie, para seducir o para
deslumbrar a los demás. Pues, si ellos no aprecian nuestro
esfuerzo, o no lo hacen de la forma que esperamos, nos frustraremos.
Existen
personas; sobretodo deportistas, que se esfuerzan y nunca consiguen
una medalla. Pero continúan entrenando día tras día, fieles a
sí mismos. Corriendo en solitario, entrenando en soledad, con un
esfuerzo que mucha gente no aprecia. Pero que, en el fondo, ellos no
necesitan que nadie les reconozca.
Y
llegarán a una competición, o a una entrevista de trabajo, o a
una cita con otra persona, y se esforzarán por ser lo mejor que
ellos mismos puedan ser. Y, para mí, ya habrán ganado.
El
problema viene cuando nos encontramos con personas que no son
sensibles a nuestro esfuerzo y nosotros esperamos su reconocimiento
por el logro conseguido. Personas que, hagas lo que hagas, nunca
será suficiente para ellas; porque sólo ven y buscan el fruto, el
resultado final; sin importarles cuánto trabajo haya costado de
obtener y, lo más importante, cuánto se ha aprendido en el
camino. Personas que nunca valorarán ni te felicitarán por lo que
has luchado.
El
esfuerzo, da sentido a cada despertar, porque significa que hay una
meta a alcanzar y un desafío que lograr. Y esforzarse, significa
que las cosas no se consiguen solas; pero que, con empeño y
constancia, se pueden lograr.
Si
haces todo lo que está en tu mano, si te esfuerzas, nadie podrá
decir que el resultado no es bueno. Unas veces, alcanzarás lo que
te propones. Pero otras, cuando no las alcances, habrás aprendido y
estarás preparado para volver a intentarlo. Y eso, es lo que te
hace crecer como persona.
Por
otro lado, la capacidad de esforzarse está ligada al sentimiento de
frustración que una persona puede tener. Si estás acostumbrado a
luchar y a esforzarte, es más difícil que llegues a frustrarte.
Hay que encontrar, en cada derrota, el mensaje que nos invita a
volver a intentarlo; y huir del mensaje que nos invita al abandono.
Esfuérzate
siempre. Y hazlo por ti, por sentir lo que vales, por conocerte y por
saber lo que eres capaz de alcanzar. No midas nunca tu valía por
los logros que puedes alcanzar, sino por lo que eres capaz de
esforzarte.
Hay
que aceptar la derrota como una posibilidad, pero no como algo
ineludible. Se puede vencer si uno tiene fe en sí mismo. Pero hay
que hacerlo siempre limpiamente, con deportividad. Y, sea cual sea el
resultado, habrás vencido en lo que te habías propuesto.
Porque,
muchas veces, no se trata de alcanzar un objetivo. Se obtienen más
recompensas en el camino que recorremos que en el momento en que
llegamos a la cima que nos habíamos marcado. Lo bueno de intentar
ser mejor, mejor persona, es que todo lo que nos rodea también se
vuelve un poco mejor. Solo se trata de tener un poco de valor, de
atrevimiento.
Muchos
de nosotros luchamos por un motivo concreto. Pero muchas veces no se
consiguen esos objetivos de la noche a la mañana. Hay que
intentarlo una y otra vez aunque haya tropiezos.
Para
superar los obstáculos de cada día, es necesario perseverar. La
vida, es una sucesión de batallas. Todos podemos dejar nuestra
huella en el mundo. Y debemos entender que las cosas no siempre
suceden como deseamos.
Pero
hay que disfrutar con lo que hacemos. Y pretender siempre hacerlo
mejor. Dejar que la vida nos pida un poco más, un esfuerzo, para no
contentarnos ni estancarnos. Y sentir el orgullo por las cosas bien
hechas, y la necesidad de seguir avanzando.
Hay
que mirar el futuro con la confianza de saber que estamos preparados
para afrontarlo, sea como sea, venga lo que venga. Y para sentir que
estamos listos, debemos mantener una actitud de esfuerzo constante. Y
no olvidar, en nuestra lucha, cuáles son nuestros valores y
nuestros principios.
Todo
lo que en un principio vemos difícil, se convierte en fácil
cuando lo hemos superado. Siempre volvemos la vista a atrás y
decimos -No era para tanto.- Pero, para llegar a ese punto, primero
hemos de ser capaces de intentarlo, y de aceptar que alcanzar nuestro
objetivo, y no alcanzarlo, son dos posibilidades que se pueden dar.
Pero no pensar, como primera opción, en la derrota.
No
se trata de engañarnos, sino de ser positivos y realistas. Existen
metas que son difíciles de alcanzar. Y, el esfuerzo, el hecho de
esforzarse e intentar dar lo mejor de nosotros para alcanzarlo, es
una herramienta de las que disponemos para llegar a nuestra meta...”
(Sin
Equipaje, Ku Nim Sahn)
Hum...
Hola
a todos! Tras unos días desconectado, sin poder escribir porque eran
días de salir a ver otros deportes en Londres, o simplemente
intentando conversar con otros deportistas, vuelvo a sentarme frente
al portátil para mandaros unas letras.
No
hay mucho que contar que os haya podido decir ya. Pero quería
expresaros a todos mi gratitud por todas las muestras de cariño que
he recibido. Mientras estaba en el estadio viendo las finales de
atletismo, el último día de competición, charlaba con el psicólogo
de la selección acerca de las sensaciones que tenía. Por un lado,
cada muestra de afecto ha hecho que no consiguiese olvidar que había
perdido. Y era como si, sin esa intención, la gente continuase
metiendo el dedo en la yaga, en una herida todavía sin cerrar. Y
eso, hacía que no pudiese estar todo lo animado que quisiese estar.
Pero, al mismo tiempo, le decía que, el hecho de haber perdido, me
ha permitido ver qué personas son las que realmente han estado ahí,
a mi lado, apoyándome. Y eso, ha sido muy valioso. Si hubiese
ganado, habrían sido muchos los que se habrían apuntado a la
fiesta; pero, al haber perdido, apenas han quedado unos pocos. Pero,
esos “pocos”, son los realmente importantes. Son las personas con
las que vale la pena detenerse a conversar, y a compartir todas y
cada una de las sensaciones que he tenido a lo largo de estos días.
Gracias, de corazón, a todos ellos.
Ahora,
os escribo desde el tren que nos lleva de regreso a León, a casa,
con El Maestro, con todos los demás, con “pedi”... y de aquí
unos días, bajaré a casa a descansar, a dormir bajo el techo y el
calor de mi madre, de mi familia y de mis amigos. Llega el momento de
descansar, de olvidar y de vaciar la mente para dejar espacio para
nuevos aprendizajes y nuevas experiencias. Habrá tiempo para
programar una nueva temporada, un nuevo ciclo...
Como
os decía, no tengo mucho más que contar; pero no quería finalizar
este post sin hacer una breve mención a tres personas.
La
primera es mi seleccionador, al que, afectivamente, he llamado
siempre “sensei”. En la última reunión que hicimos en la villa,
nos comunicó su cese en el cargo. Nos dijo que se marchaba; que
había sido una decisión dura de tomar, pero que era el final de un
ciclo y era el momento adecuado para dejar paso a nuevas personas.
Siento que es una persona a la que le debo mucho; de esas personas
que se ha preocupado por que las cosas saliesen bien, y que,
renunciando muchas veces a muchas horas de convivencia con su
familia, ha estado siempre a mi lado para todo aquello que pudiese
necesitar. Con el tiempo, me ha demostrado que sabe mucho más que yo
a pesar de ser más joven. Y, al margen de ser el seleccionador, es
una persona que se ha ganado mi respeto y mi admiración. Desde aquí,
desde las llanuras de Castilla, le deseo lo mejor en el presente que
tenga cada vez que amanezca.
La
segunda persona, es el psicólogo deportivo, el confesor de mis ideas
y mis temores. Una de esas personas que siempre ha tenido las
palabras adecuadas en el momento adecuado. Su labor ha sido tal, que
no imagino ahora mismo cómo un deportista de alto rendimiento se
puede plantear un plan de trabajo sin incluir esta figura en su
equipo. Entrenar, pero sobretodo competir, y hacerlo sin su ayuda, es
sinónimo de no llevar con uno mismo todas las herramientas que son
necesarias para alcanzar esa perfección deportiva. Las rutinas, la
canalización de pensamientos, las herramientas ante la ansiedad de
una competición... son muchas las variables que uno tiene que saber
manejar y que, sin su ayuda, no habría sido capaz de conseguir. Al
igual que el seleccionador, es alguien que, por su amplia
experiencia, se ha ganado todo mi respeto y admiración.
Y
bueno, la tercera persona, que está sentada sentada frente a mí, es
mi entrenadora. Necesitaría poner a cagar el portátil para poder
escribir todos y cada uno de los motivos por los que podría
mencionarla. Su trabajo, su constancia, su dedicación, su
disciplina... son cosas de las que ya os he hablado alguna vez. Pero,
por encima de todas, quiero volver a contaros que, todo aquello que
hemos trabajado, todo aquello que ambos hemos aprendido a través de
la experiencia, lo hemos hecho porque ella me invitó a hacerlo.
Nunca hubo imposición ni obligación. Pero, el tiempo, se fe
encargando de demostrar que, el camino, la puerta que ella me
invitaba a cruzar, siempre era la correcta (tiene la odiosa virtud de
tener siempre razón, jajaja!). A lo largo de estas tres semanas, y
de estos dos años, ha hecho que, simplemente, cada día valiese la
pena.
Para
mí, lo mejor de estos juegos de Londres 2012, ha sido el hecho de
compartirlos con estas tres personas.
Y
poco más. Voy a descansar un poco el corazón de tantas sensaciones,
a leer un poco y, durante unos días, intentar ser una persona
sencilla...
Volveremos
a encontramos!
hola guapo
ResponderEliminarhe estado leyendo todo lo que has escrito de los juegos y me alegro mucho por ti , has vivido una experiencia muy enriquecedora, cuando se te pase el disgusto veras las cosas como las veo yo
NO HAS PERDIDO
has ganado, solo estar alli es ganar para ti y para los que te queremos,que estamos orgullosos de ti recibas una medalla o no.
un beso muy grande de tu compañera de meditación Carmen